Manolito Gafotas 1 - Manolito Gafotas by Elvira Lindo

Manolito Gafotas 1 - Manolito Gafotas by Elvira Lindo

autor:Elvira Lindo [Lindo, Elvira]
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: General Interest
publicado: 2009-12-12T21:00:58+00:00


Paquito Medina no es de este mundo

El domingo voy a estar castigado, y el sábado, también. Me tendrá encerrado mi madre sin piedad entre estas cuatro paredes, estaré peor que un gorila del zoo porque el gorila puede ver a la gente que va a mirarle como si fuera un mono, pero a mí no viene a verme nadie. Tengo que conformarme con mis compañeros de jaula, con mi abuelo y con el Imbécil.

Cuando me castigan me pongo correoso, como el pan que le gusta a mi abuelo, ese que lleva dos días en la panera. También me pongo enfermo del estómago, porque me aburro, y si me aburro me paso toda la tarde yendo y viniendo del mueble-bar al sofá.

El mueble-bar es un mueble que le compró mi madre a mi padre porque mi padre siempre ha dicho:

–Catalina, yo soy un hombre de barra.

Y dicho esto se bajaba al bar el Tropezón.

Así que mi madre, que tiene soluciones para todo, le regaló para el día del Padre un mueble bar, una barra almohadillada con sky puro. Lo abres y aparece un interior lleno de espejos, y si hay tres botellas, por un momento piensas que hay dieciséis. Esto es lo que los científicos de todo el mundo llaman el fenómeno de la multiplicación. Mi madre le dijo después de desempaquetarlo:

–¿No eres hombre de barra? Pues no hace falta que te bajes al bar, a partir de ahora la barra la tienes en tu casa.

Al principio, el mueble bar era sagrado y mi madre sólo metía allí el coñac Fundador de mi padre, el anís de mi abuelo y una botella de sidra el Gaitero que sobró de las Navidades, pero como en mi casa no hay sitio para nada, el famoso mueble-bar sagrado se fue convirtiendo en un supermercado.

–En esta casa no tenemos cucarachas -dice mi madre a la Luisa-; ya nos gustaría, pero es que no caben.

Esto lo dice mi madre, que también tiene sus bromitas, a ver si te vas a creer que siempre está de morros.

Bueno, pues primero metió en el mueble sagrado los panchitos, las avellanas y esas cosas que pone mi madre a las visitas y que nos comemos el Imbécil y yo en cincuenta milésimas de segundo. Luego siguió con el colacao, los chococrispis y las marranadas que dice mi madre que tomamos para merendar. Hace un mes que ha empezado a meter allí lo de la limpieza del water. Eso es para que el Imbécil no se lo coma, porque uno de los vicios del Imbécil es la lejía: ya la ha probado dos veces el muy borracho.

Ya te digo que, cuando estoy castigado, me paso la tarde yendo y viniendo del mueble bar, cojo un puñado de panchitos, otro de chococrispis, otro de almendras garrapiñadas. Así que cuando me castigan más de un día me pongo a explotar, se me produce el clásico tapón en el intestino grueso y mi madre le dice al médico:

–Este niño se pone que ni por arriba ni por abajo logra expulsar la masa alimenticia.



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