Los placeres de la literatura japonesa by Donald Keene

Los placeres de la literatura japonesa by Donald Keene

autor:Donald Keene [Keene, Donald]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Siruela
publicado: 2018-02-06T23:00:00+00:00


uguisu no

kaiko no naka no

hototogisu

sha ga chichi ni nite

sha ga chichi ni nizu

Ya sale el cuco

del huevo del nido

del ruiseñor.

Se parece a su padre

y no se le parece.

Este críptico poema, que se parece mucho a los primeros versos de un chōka del Man’yōshū, se refiere a la costumbre del cuco de dejar sus huevos en los nidos de otros pájaros. En la interpretación del sacerdote, el poema quiere decir que el chico ya ha encontrado al padre perdido, que en realidad es el propio adivino. La adivinación es posible porque la poesía waka participa de lo divino.

En un nivel menos elevado, los renga también se usaban para hacer apuestas. Tras anunciar el tema de una secuencia de renga, los participantes componían versos que se puntuaban según su calidad. Los que obtenían más puntos recibían un premio. En breve la gente empezó a apostar, en las sesiones de renga, por este o aquel poeta. Así, las sesiones empezaron a parecerse a grandes timbas, y a veces las autoridades las prohibían por los rifirrafes que se montaban en ellas.

Otra función más familiar de la poesía en un concurso en el que también podía apostarse es el karuta, juego conocido desde el siglo XVII. Cada poema de la antología del siglo XIII Hyakunin isshu (Cien poemas por cien poetas) se divide en dos, y cada parte se escribe en una carta distinta. La persona que preside la reunión va leyendo en voz alta las cartas que tienen la primera parte de los poemas, y los participantes, buscando entre las cartas restantes, colocadas bocarriba sobre la mesa, tratan de encontrar la segunda parte de los poemas. El objetivo es identificar el mayor número de cartas posible e irlas acumulando. Para sacarles ventaja a los demás competidores había que reconocer cada poema tras haber oído las primeras sílabas. Debido a la popularidad de ese juego, que ha llegado hasta nuestros días, la mayoría de los japoneses conocen al menos los cien poemas del mismo, aunque no conozcan ninguno más.

Aunque podría parecer poco apropiado que la poesía se usara para juegos en los que a veces se hacían apuestas, el vínculo entre la poesía y el dinero fue muy estrecho en los siglos XVII y XVIII. La forma poética principal de dicho periodo era el haiku, y los maestros de haiku se ganaban la vida, sobre todo, corrigiendo las poesías de sus discípulos. Los poetas anteriores, como el maestro de renga Sōgi, viajaban por todo el país, hospedándose durante meses en las casas de los potentados locales a cambio de dignarse graciosamente a componer renga con ellos; en cambio, en el periodo Kinsei (1600-1867) no era común que los maestros de haiku recibieran hospitalidad, sino un dinero por cada poema que corregían. Por supuesto, un poeta tenía que confirmarse como maestro antes de que la gente le pagara por sus correcciones. Bashō, el mejor maestro de haiku, era una excepción, pues no vivía del dinero de sus correcciones, sino de la venta de sus caligrafías y de los regalos de sus discípulos.



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