Los ochenta son nuestros by Ana Diosdado

Los ochenta son nuestros by Ana Diosdado

autor:Ana Diosdado [Diosdado, Ana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1986-01-01T05:00:00+00:00


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Amigo mío:

Te extrañará recibir esta carta… Qué manera tan idiota de empezarla, por cierto. «Te extrañará recibir esta carta». ¿Y qué? ¿Por qué no podemos extrañarnos?, o mejor, ¿por qué tenemos que pasarnos la vida extrañándonos? ¿Qué es, qué puede ser, lo que nos sea fundamentalmente extraño? Debemos extrañarnos del que bebe vino tinto con el pescado, ¡oh, por favor, qué inconveniencia, qué falta de gusto, de tono, de…! Debemos extrañarnos del que duerme de día, y de noche lee, o pinta, o escribe, o charla, trasnochadores, mala gente, gente sospechosa…, pero no debemos extrañarnos de que duerma de día un sereno, por que no lo hace porque quiere, porque eso es un trabajo, porque eso es normal. NORMAL. Maravillosa palabra para vestirla como un hábito, respetarla hasta la demencia y alejar así los quebraderos de cabeza. Mi hermano Rafa… (me gustaría que le conocieras, es todo un personaje), se dedica últimamente a transgredir pequeñas normas idiotas. Usa un lenguaje pulido y casi arcaico, se viste como un político en acto oficial, en casa, le habla al servicio en tercera persona, pide el postre antes del primer plato, y hasta ha dormido una noche en la caseta del perro, embutido en un saco de montaña, mientras Prince, su maravilloso y estúpido dogo arlequín, gruñía ante la frívola invasión de su territorio. Se le permiten, con indulgente y superior sonrisa, estas pequeñas extravagancias que no conducen realmente a nada, igual que se le han permitido todos los caprichos desde que era un niño (aún lo es realmente), porque, desde siempre, se ha tenido la convicción de que Rafa no va a vivir demasiado. ¿Y los demás? Cualquiera diría que vamos a vivir eternamente. ¿Por qué tenemos que encajar por fuerza en unas premisas ya dadas, para tener contento al entorno que nos toque en suerte?

Después de haberte extrañado convenientemente por recibir esta carta, habrás pasado, sin solución de continuidad, a extrañarte por su contenido. ¿Qué le pasa al bueno de Juan? ¿Qué mosca le ha picado a mi amigo?

Mi amigo. Amigo, amigo mío.

Olvidaba comentar que lo primero que te habrá extrañado de esta carta extemporánea (podríamos decir que se trata de un christmas, para caer en las malditas costumbres) habrá sido su encabezamiento: Amigo mío. No es usual, no es usual. Y sin embargo, eres amigo mío, ¿no?

Pero te habrá extrañado.

No podía poner «querido Miguel», ¿comprendes? Imposible. «Querido Miguel» se ha convertido en una fórmula que no quiere decir absolutamente nada, algo así como «los abajo firmantes», «beso a usted la mano», no, imposible. Para escribir tu nombre, tendría que haber puesto «Miguel querido», y eso hubiera significado romper de entrada todos los espejos, y caer en el más grotesco, en el más vergonzante, en el más patético de los ridículos. ¿Verdad que sí, Miguel querido, amigo mío?

Dios mío, estoy temblando de que no sigas leyendo, de que la indignación, o la risa, te hagan arrugar estas cuartillas y pensar «Cuando escribió esto, el Alvar tenía que estar completamente tajado, palabra», y… ¿ves?, ya está, ya he caído en la más absoluta mofa de mí mismo.



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