Los juegos eróticos de Charles y Elisa by Elizabeth Da Silva

Los juegos eróticos de Charles y Elisa by Elizabeth Da Silva

autor:Elizabeth Da Silva
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico, Novela
publicado: 2013-07-03T22:00:00+00:00


¡SORPRESA! PERO, ¿QUIÉN SORPRENDE A QUIÉN?

ELISA lleva una semana histérica porque Charles está de viaje de negocios y esta vez no tiene ordenador en el hotel. El muy tonto se lo ha olvidado y lo extraña muchísimo; sólo han podido hablar por teléfono y ponerse cachondos perdidos mientras se masturbaban, pero para ella eso no es suficiente.

Por eso, está decidida a viajar a Berlín y darle una sorpresa. La noche anterior él le anunció que se tendría que quedar una semana más allí y ella no está dispuesta a esperar tanto.

Aún recuerda la conversación claramente…

—Buenas noches amor, ¿qué tal tu día? —dijo Elisa nada más contestar el móvil.

—Bien, pero cansado preciosa. ¿Y tú, que tal cielo?

—Yo echándote de menos, no me gusta dormir sola, no me gusta desearte y quedarme con las ganas… Uff, ¿cuándo vuelves?

—Pues lamentablemente, tendré que quedarme una semana más.

—¿¡Qué!? ¡Charles! Pero, ¿¡qué ha pasado!? —gritó Elisa muy molesta y triste a la vez.

—Amor, yo tampoco lo estoy llevando nada bien, te extraño y te deseo a cada momento, pero se ha complicado la firma del contrato y hay que preparar otra propuesta con unos cambios de última hora. —Charles se sintió frustrado.

Elisa sabía que él no tenía la culpa, pero estaba tan triste, que no pudo evitar sentirse furiosa con el mundo.

—Eli, amor… ¿Estás ahí? No te enfades, cielo, no sabes cuánto desearía estar ahora contigo, desnudándote, arrancándote las braguitas con los dientes… estoy tan cachondo que si te pillara sería un polvo salvaje.

—No sabes cómo me pones cuando me dices esas cosas amor, si pudiera verte ahora.

—Si pudieras verme, verías que estoy desnudo en la cama… mi polla está enorme, y me acaricio pensando en tus pechos, esos hermosos pechos que me vuelven loco —le susurró con voz ronca.

—Sólo de imaginarlo, me humedezco y mis pezones se ponen duros, amor… —habló Elisa con la respiración agitada.

—¿Y qué vas a hacer al respecto? Dime, Eli, ¿estás muy caliente? ¿Qué vas a hacer?

—Sí… Estoy muy excitad y mojada, tocándome y deseando que sean tus manos las que me toquen…

—Cierra los ojos, amor y siéntelas; son mis manos, están tocándote ese clítoris tan rico que tienes, durito, y esos labios húmedos, resbaladizos, tan ricos… Métete los dedos dentro de tu lindo coño. —Charles tenía la voz más ronca y la respiración más agitada.

Elisa, hizo todo lo que él le dijo, gimió de placer, su sexo mojado, caliente y deseando ser llenado. Abrió el cajón de la mesita, mientras escuchaba las palabras que le susurraba Charles por el teléfono, palabras que la encendieron aún más. Sacó el consolador del cajón y le quitó la funda.

—Sigue tocándote, empapa tus dedos de esa miel y ahora chúpatelos, humm conozco tu sabor, me enloquece… —Charles estaba al límite.

—Humm, sí, todo para ti, amor… Cierra los ojos, soy yo la que te masturba, fuerte como te gusta, rápido, lamiéndote la punta de la polla, jugando con mi lengua en esa punta rica que llora para mí… —Elisa gimió fuerte.

Se introdujo el consolador, lo encendió y empezó a masturbarse mientras escuchaba los jadeos fuertes y pesados de Charles.



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