Los jardines de Alá by Lou Carrigan

Los jardines de Alá by Lou Carrigan

autor:Lou Carrigan [Carrigan, Lou]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1979-12-31T16:00:00+00:00


* * *

—Ahí viene Erika —murmuró Campbell.

Helios, sentado en el asiento de atrás del coche, asintió, y sacó una radio de bolsillo, efectuando una llamada.

—¿Qué hay? —Sonó una voz en el aparato.

—Mikoulos, soy Helios: ¿has visto salir a Erika?

—Claro. No me he movido en todo el tiempo del observatorio. Podría haberla cazado a balazos, como hice con el jeque…

—Ya te dije antes que no se trata de nada de eso. Tú sigue ahí esperando instrucciones, por el momento. ¿Ha salido alguien detrás de Erika, o alguien la esperaba fuera, o la han seguido…?

—No. En todo el tiempo que yo la he estado viendo, y que no ha sido poco, nadie se ha acercado a ella, ni parece que la vigilen, ni nada parecido.

—De acuerdo. Sigue ahí, vigilando la villa. Es todo, por ahora.

—Bien.

Helios guardó la radio, tras cortar la comunicación. Tocó en un hombro a Campbell, que estaba ante el volante.

—Llámala.

Campbell apretó el claxon, pero Erika, que pasaba relativamente cerca de ellos, no reaccionó. Continuó caminando, un tanto altivamente. Fickman, que estaba sentado junto a Campbell, soltó una risita.

—Debe de creer que es algún tipo cachondo que quiere invitarla a la cama —dijo.

—Alcánzala —dijo Helios.

Campbell puso en marcha el coche, y se acercó a Erika, volviendo a hacer sonar el claxon cuando estuvo a su altura. La espléndida rubia volvió la cabeza hacia el coche, fruncido el ceño. Al ver a Campbell, quedó estupefacta, e inmediatamente se acercó al coche, que se había detenido. Helios abrió la portezuela izquierda de atrás, y Erika entró, sentándose a su lado, exclamando:

—Creía que me esperabais en la lancha… ¡No sabía que tuvieseis un coche aquí!

—No tiene nada de extraordinario —sonrió Helios—. Nosotros trabajamos bien. ¿Has colocado el emisor en la cama de Jarif Iben Maula?

—Sí —se iluminó el rostro de Erika—… ¡He podido hacerlo, sin ninguna dificultad, además!

—¿Seguro que nadie se ha dado cuenta?

—¡Estoy segura de que no!

—¿Cómo convenciste a Gafer?

—Bueno —sonrió maliciosamente Erika—…, una chica bonita puede conseguir muchas cosas cuando emplea toda su persuasión. Pero no creo que ese emisor sirva de gran cosa, Helios.

—¿No? ¿Por qué?

—Pues… a mí me parece que Jarif está muy mal. Yo diría que va a morir. Y suponiendo que pudiesen salvarle la vida, desde luego tardará muchos días en poder hablar. Está muy demacrado, delgado… ¡Ya parece muerto!

—Pero no lo está.

—No… Vi claramente que respiraba.

—De acuerdo. Ve hacia la villa, Campbell.

—Vale.

—¿Hacia la villa? —Respingó Erika—. ¿Para qué?

—¿Sabrías decirme en qué habitación está Iben Maula? —preguntó a su vez Helios.

Erika estuvo unos segundos pensando, antes de asentir.

—Sí… Creo que sí. Bueno, la escalera está en el centro del vestíbulo y al fondo. Sube describiendo un arco… Luego, el pasillo. La habitación de Jarif está a la derecha del pasillo, o sea, que vista desde fuera de la villa, su habitación corresponde a dos de las ventanas de la izquierda. Pero no podría decirte cuáles.

—Eso no importa.

—Ah. Bueno, pero ¿qué tiene qué ver dónde está la habitación de Jarif para escuchar lo que se hable allí?

—Solo se trata de una prueba.



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