Los hijos de Bonaparte by Howard_ Richard

Los hijos de Bonaparte by Howard_ Richard

autor:Howard_ Richard [Desconocido]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: prose_history
ISBN: 9788483071519
editor: papyrefb2tdk6czd.onion


A mi querido Karl, con amor, de Madelaine.

Observó la diminuta pintura de una joven de rasgos delicados como la porcelana, cerró el relicario y se lo metió en el bolsillo preguntándose dónde estaría su dueño. ¿Habría huido con el resto de los soldados austríacos? ¿Estaría herido en alguna parte o acaso su cuerpo había sido depositado ya en una de las fosas comunes? Lausard volvió a montar mientras continuaba escrutando la colina y la distancia. A lo lejos se oía de vez en cuando el disparo de los mosquetes pero, por lo demás, el campo de batalla y sus alrededores estaban sumidos en una relativa calma.

Vio acercarse a Gaston y a Rostov, cruzaban al paso la colina devastada. El muchacho se enjugaba la frente con la manga de la guerrera, llevaba el casco de latón sujeto bajo el otro brazo. Observaba la actividad desplegada a su alrededor, de vez en cuando miraba fijamente a algún muerto. Rostov no parecía conmovido por nada, apenas parpadeaba; dos tambores ayudaban a bajar la colina a un soldado de infantería francés que tenía un pie destrozado, en dirección al hospital de campaña, donde un grupo de cirujanos y sus ayudantes hacían cuanto podían por los heridos de ambos bandos, aunque los remedios eran, en el mejor de los casos, rudimentarios y, en el peor, tan letales como las mismas heridas.

—¿No os sumáis al expolio?—inquirió Lausard, señalando a las tropas francesas, ocupadas en hurgar en los bolsillos y morrales de los muertos.

—Le he quitado a uno un poco de pan—le contestó el ruso—. Lo compartimos—añadió, indicando con un gesto a Gaston.

Lausard sacó el relicario del bolsillo y se lo dio al ruso.

—Es una mujer guapa—dijo en tono de admiración—. ¿Quién le hará compañía a partir de ahora?—le lanzó el relicario a Lausard.

—¿Cuántos calculas que han muerto hoy?—preguntó Gaston.

—¿Importa acaso?—respondió Lausard, encogiéndose de hombros.

—Era pura curiosidad—le dijo Gaston.

—La muerte despierta la curiosidad de los hombres—dijo Lausard—. Nos obliga a tomar conciencia de nuestra mortalidad.

—Nuestra primera batalla, nuestra primera victoria—murmuró Rostov sin poder reprimir cierto orgullo.

—No será la última—le recordó Lausard.

—No pareces muy decepcionado, Alain—observó Rostov. Lausard negó casi imperceptiblemente con la cabeza.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.