Los extraños by Valero_ Vicente

Los extraños by Valero_ Vicente

autor:Valero_ Vicente [Desconocido]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: prose_contemporary
ISBN: 9788492865871
editor: papyrefb2tdk6czd.onion


Sé también que al anunciar su vuelta lo primero que dejó muy claro fue, con una insistencia que llegó a parecer incluso una condición, que deseaba que mi abuela continuara viviendo allí, en aquella misma casa en la que ésta había pasado ya tantos años de su vida y que, en verdad, no dejó nunca de considerarla como suya, es decir, en esta misma casa que, finalmente, de la manera más natural —a pesar de su larga y compleja historia— ha acabado siendo la mía. Era su deseo, pues, que viviera con él y con sus enfermedades, reales o imaginarias, con sus recuerdos y con sus múltiples manías de artista retirado, y esto fue lo que ocurrió durante los dos años siguientes, hasta que mi abuela murió de un ataque al corazón y él decidió abandonar de nuevo la isla para regresar a México, que era de donde había venido y de donde, según acabó pensando y diciendo, no tenía que haber vuelto nunca. Durante aquellos dos años ocurrió también lo siguiente: que mientras la salud de mi abuela se deterioraba, la de su hermano mejoraba día a día, de tal modo que, a los pocos meses, ella parecía mucho más vieja y enferma que él. Se cuidaron mutuamente, siempre con la ayuda inestimable de mi madre, que cuidaba de los dos. Y también hay que decir, siempre según mi madre, que, pese a los problemas de salud de mi abuela y a su disgusto inicial, la convivencia con su hermano resultó excelente y el reencuentro devolvió a los dos, si no a aquel estado armónico y natural de la infancia, sí al menos a una amistad llena de afectos nuevos, en el que la comprensión y el cariño superaban sin demasiadas dificultades a los viejos y enquistados prejuicios o rencores. Y en ello tuvo que ver, sobre todo, el carácter alegre de mi tío abuelo, un hombre divertido siempre, hablador con acentos diversos e irreconocibles, y con tantas historias por contar que su memoria parecía un voluminoso libro de aventuras, imposible de poder leer en una sola vida. Por lo demás, pese a sus modales afables y a su abierta simpatía con todos, el artista Carlos Cervera seguía odiando a sus paisanos insulares con la misma intensidad de siempre, le parecían tan ignorantes y desagradables como cuando tuvo que huir de ellos, allá por el año 1919, no se cansaba de repetir hasta qué punto eran incapaces de apreciar la música o el teatro y cómo su carácter, cerrado y agrio, no había cambiado en nada. De los hombres decía que eran soberbios, demasiado aficionados al alcohol y al juego, vagos y mentirosos. Concedía a las mujeres la virtud de ser trabajadoras, porque, al fin y al cabo, decía, alguien tenía que trabajar en aquella maldita isla, pero las consideraba beatas y envidiosas. Un niño o una niña, en este lugar, decía también, imagino que pensando en su propia experiencia, eran víctimas permanentes de todos los vicios de sus padres, de su malhumor y de sus complejos de inferioridad.



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