Los crímenes de la Sagrada Familia by Martín de Montesinos

Los crímenes de la Sagrada Familia by Martín de Montesinos

autor:Martín de Montesinos [de Montesinos, Martín]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2012-01-19T23:00:00+00:00


-Me da igual. Lo primero es salvar las vidas de los implicados en el proyecto. Después, lo demás.

XIII

Solitario John todavía estaba alterado por el encontronazo con el Conceller de Interior, Alberto Cortina. Le había pedido a Titina que condujera porque no le apetecía hacerlo y ahora circulaban por las Ramblas en dirección al Raval barcelonés, barrio donde la socia del difunto Víctor de la Concha tenía el despacho. Al detective Ventura no le gustaba esa moda que, desde hacía algunos años, había impulsado a los ricachones de profesiones liberales a instalarse en el Barrio Chino de la ciudad. Le parecía que había algo obsceno en ese afán por integrarse entre el vulgo por parte de unas gentes que, al entender de Solitario, no tenían absolutamente nada de vulgo. Esos pijos disfrazados de hippies tenían de todo. De todo menos aspecto de personas capaces de integrarse en las capas más bajas de la sociedad. Sin embargo, ellos no lo veían. Se habían empezado a instalar en aquel barrio porque creían que los artistas debían bajar a los bajos fondos para conocer cuál era la esencia de la vida, pero lo cierto es que de inmediato empezaron a construirse unos auténticos búnkers que en verdad los mantenían totalmente apartados de esa misma vida a la que tanto aspiraban. Además, estaban destrozando el barrio del mismo modo en que, varios años antes, habían arruinado el del Borne. Desde que todos esos pijos tomaron los edificios de aquel lugar, el barrio había perdido todo su encanto y se había encarecido tanto que sus habitantes naturales, aquellos cuyos padres y abuelos nacieron en esos mismos edificios, habían optado por vender sus pisos a precios desorbitados y marcharse a distritos más acordes con su economía. Desde entonces, no se podía caminar por el Borne. Los jóvenes disfrazados de alternativos campaban a sus anchas, fingiéndose muy modernos por alejarse de los barrios altos donde se habían criado, pero luego, cuando sus proyectos artísticos fracasaban (cosa que ocurría en casi todos los casos), no regresaban a sus casas de ricos, sino que se quedaban allí con la idea de que vivir en el Borne ya confería a sus vidas, de un modo que Solitario John nunca alcanzó a comprender, cierto aire bohemio, transgresor, moderno. Evidentemente, sólo tenían que atracarlos un par de veces para que esos mismo transgresores acudieran llorando a comisaría y, cuando John les decía que eso les pasaba por instalarse en barrios que no les correspondían, ellos se sentían muy ofendidos.

Ahora estaba ocurriendo exactamente lo mismo con el Raval. Algunos años antes esos niños de colores lo habían intentado también con la Barceloneta y el Barrio Gótico, pero las gentes de esos distritos, gentes realmente de la calle, los habían conseguido expulsar sin hacer absolutamente nada. Simplemente, estando allí. Los jóvenes de profesiones liberales habían empezado a alquilar pisos en dichos barrios, pero la presencia constante de gentes auténticas, de personas con problemas para llegar a fin de mes, les habían hecho marcharse. Por decirlo



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