Los años de Downing Street by Margaret Thatcher

Los años de Downing Street by Margaret Thatcher

autor:Margaret Thatcher [Thatcher, Margaret]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1992-12-31T16:00:00+00:00


Cranley Onslow interrumpió para señalar que el presidente Reagan había dicho precisamente lo contrario:

No me hago ilusiones [la cursiva es mía] de que la acción de esta noche ponga fin al régimen de Gaddafi, pero mi misión, aún siendo violenta, contribuirá a hacer del mundo un lugar más seguro y estable para las mujeres y los hombres de bien.

Como los Victorianos solían decir: «fracaso de una buena fiesta».

Mi discurso tranquilizó al partido y el debate fue un éxito. Pero todavía existían grandes dosis de incomprensión, incluso entre nuestros partidarios. Fui ese viernes al distrito electoral de Cranley Onslow. Me di cuenta de que la gente me miraba raro, como si hubiese hecho algo terrible, lo cual era comprensible dada la cobertura sensacionalista y tendenciosa realizada por los medios de comunicación. Cuando les expliqué a algunos militantes del partido, durante una recepción, que nuestra intervención se había llevado a cabo para proteger a las víctimas del futuro terrorismo, lo comprendieron. Pero no podía despegarme de la acusación de crueldad, y aquello me hacía daño. No obstante el ataque aéreo sobre Libia también significó un cambio decisivo, y produjo tres beneficios inequívocos.

Primero, resultó ser un golpe contra el terrorismo patrocinado por Libia más decisivo de lo que nunca habría imaginado. Todos tendemos a olvidar que los tiranos gobiernan por la fuerza y el miedo, y que se mantienen por el mismo sistema. En venganza, hubo asesinatos organizados por parte de Libia de rehenes británicos, cosa que lamenté amargamente. Pero el cacareado contraataque libio no podía producirse y no se produjo. Gaddafi no había sido destruido, pero sí humillado. Durante los años siguientes fue evidente la disminución del terrorismo financiado por Libia.

Segundo, lo que habíamos hecho provocó una ola de gratitud por parte de los Estados Unidos que todavía sigue siendo muy útil para nuestro país. El Wall Street Journal me describía en términos lisonjeros como «magnífica». Me escribieron senadores dándome las gracias. Opuestamente a las reacciones suscitadas en Gran Bretaña, la centralita telefónica de nuestra embajada en Washington quedó bloqueada por las llamadas telefónicas de agradecimiento. Quedó muy claro para la Administración norteamericana que la opinión de Gran Bretaña tendría un peso especial en las negociaciones sobre control de armamento. El tratado de extradición, que considerábamos vital para traer a Gran Bretaña a los terroristas del IRA que se encontraban en Estados Unidos, iba a recibir un enérgico apoyo por parte de la Administración norteamericana en contra del obstruccionismo de la oposición. El hecho de que tan pocos países hubiesen apoyado a Estados Unidos en aquel momento decisivo para ellos, reforzó la «relación especial», que siempre seguirá siendo especial por los lazos culturales e históricos que unen a nuestros dos países, pero que gozó de una relación de proximidad muy particular durante el tiempo en que el presidente Reagan estuvo en la Casa Blanca.

El tercer beneficio, aunque parezca mentira, fue de carácter nacional, pero en absoluto inmediato. A pesar de su impopularidad, nadie podría dudar que nuestra acción había sido enérgica y decisiva.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.