Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión by Victor Serge

Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión by Victor Serge

autor:Victor Serge [Serge, Victor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1925-01-01T00:00:00+00:00


2. EL PROBLEMA DE LA ILEGALIDAD

I. Jamás ser ingenuo

Sin una visión clara de este problema, el conocimiento de los métodos y procedimientos policiales no tendría ninguna utilidad práctica.

El fetichismo de la legalidad fue y sigue siendo uno de los rasgos característicos del socialismo favorable a la colaboración de clases. Lo cual conlleva la creencia en la posibilidad de transformar el orden capitalista sin entrar en conflicto con sus privilegiados. Pero esto más que indicio de un candor poco compatible con la mentalidad de los políticos, lo es de la corrupción de los líderes. Instalados en una sociedad que fingen combatir, recomiendan respeto a las reglas del juego. La clase obrera no puede respetar la legalidad burguesa, salvo que ignore el verdadero papel del Estado, el carácter engañoso de la democracia; en pocas palabras, los principios básicos de la lucha de clases.

Si el trabajador sabe que el Estado es un haz de instituciones destinadas a defender los intereses de los propietarios contra los no-propietarios, es decir, a mantener la explotación del trabajo; que la ley, siempre promulgada por los ricos en contra de los pobres, es aplicada por magistrados invariablemente tomados de la clase dominante; que invariablemente la ley es aplicada con un riguroso espíritu de clase; que la coerción —que comienza con la pacífica orden del agente de policía y termina con el golpe de la guillotina, pasando por presidios y penitenciarías— es el ejercicio sistemático de la violencia legal contra los explotados, ese trabajador no puede ya considerar la legalidad más que como un hecho, del cual se deben conocer los diversos aspectos, sus diversas aplicaciones, las trampas, las consecuencias —y también las ventajas— de las cuales deberá sacar partido alguna vez, pero que no debe ser frente a su clase más que un obstáculo puramente material.

¿Es necesario que demostremos el carácter antiproletario de toda legalidad burguesa? Podría ser. En nuestra desigual lucha contra el viejo mundo, las demostraciones más sencillas deben hacerse una y otra vez. Nos bastará mencionar brevemente un número de hechos bastante conocidos. En todos los países, el movimiento obrero ha debido conquistar, a fuerza de combates prolongados por más de medio siglo, el derecho de asociación y de huelga. Este derecho aún no es reconocido, en la misma Francia, a los trabajadores del Estado y a los de las empresas consideradas de utilidad pública (¡como si no lo fueran todas!), tales como los ferroviarios. En los conflictos entre el capital y el trabajo, el ejército siempre ha intervenido contra el trabajo; nunca contra el capital. En los tribunales, la defensa de los pobres es poco menos que imposible, a causa de los gastos de toda acción judicial; en realidad, un obrero no puede ni intentar ni sostener un proceso. La inmensa mayoría de delitos y crímenes tiene por causa directa la miseria y entra en la categoría de atentados a la propiedad.

Las prisiones están pobladas de una inmensa mayoría de pobres. Hasta la guerra, en Bélgica, existía el sufragio censual: un capitalista, un cura,



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