Lo que la marea esconde by María Oruña

Lo que la marea esconde by María Oruña

autor:María Oruña [Oruña, María]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2021-06-15T16:00:00+00:00


9

—Creo que ha llegado la hora del segundo asesinato.

—¿Qué quieres decir con eso del segundo asesinato?

—Bueno, en los libros hay siempre otro asesinato, aproximadamente a estas alturas. Matan a alguien que sabe algo antes de que pueda hablar.

AGATHA CHRISTIE,

La casa torcida (1949)

Valentina Redondo tenía conocimiento de que existía un legendario y viejo método chino para saber si alguien mentía. Se le daba al individuo un puñado de arroz crudo para que lo masticase y se esperaba un rato a que lo escupiese sobre un plato: si mentía, el arroz estaba seco; si decía la verdad, húmedo. Los nervios, la intranquilidad de la mentira y de que esta fuese descubierta eran capaces de producir cambios fisiológicos medibles en las personas y, por supuesto, incidían en su salivación. En el antiguo salón de baile de la Magdalena, sin embargo, ella habría jurado que todos los asistentes tenían en aquellos instantes la boca seca, todavía impresionados por el espectáculo que había supuesto ver morir a Margarita, la secretaria de la Real Sociedad de Tenis de Santander.

Valentina y Riveiro avanzaron con el ujier abriéndose paso entre la multitud, que les despejó progresivamente un pasillo humano a pesar de que no llevaban uniforme, como si hubiese algo en ellos que los delatase como miembros de la Policía Judicial.

—¿Han llamado ya a una ambulancia? —preguntó Valentina al ujier según avanzaban.

—¡Sí, sí, por supuesto! Está en camino.

El antiguo salón de baile no era tan grande como el comedor de gala, aunque guardaba también forma rectangular, y Margarita se encontraba casi al fondo, tendida en el suelo y retorcida sobre sí misma, como si en su último movimiento hubiese hecho un gesto desesperado por proteger su estómago. A su alrededor, multitud de mesas llenas de canapés y bebidas dotaban a la sala de un ambiente festivo, que ahora había enmudecido. Valentina asumió de inmediato que, sin duda, ya habría terminado la última ponencia y habría comenzado allí el cóctel de clausura de las jornadas de tenis.

Sobre Margarita se inclinaban varias personas sin realizar ya esfuerzos por reanimarla, señal de que posiblemente habían considerado agotadas todas las posibilidades para devolverla a la vida. La teniente se acercó al cuerpo de la secretaria de la Real Sociedad de Tenis y, sin perder un segundo, intentó verificar si disponía o no de pulso carotídeo en el cuello, pero no obtuvo resultado positivo. Riveiro se agachó también, girando el cuerpo de Margarita y posicionándola boca arriba para examinarla. Sus ojos estaban abiertos, y al moverla fue como si constatasen que estaban ante una muñeca rota. En aquella nueva posición, el cadáver parecía admirar los techos blancos adornados con molduras de flores de lis, pero cualquiera que se acercase podía comprobar que aquellos ojos tenían las pupilas completamente dilatadas y que se encontraban perdidos en una irreversible oscuridad. Riveiro llamó inmediatamente a la Comandancia de Peñacastillo, y Valentina alzó la mirada a su alrededor, buscando respuestas.

—¿Puede alguien explicarnos qué ha pasado?

Pablo Ramos se acercó con su silla de ruedas mostrando un gesto serio, acorde a las circunstancias.



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