Lo mejor de Jack Williamson by Jack Williamson

Lo mejor de Jack Williamson by Jack Williamson

autor:Jack Williamson [Williamson, Jack]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1976-12-31T16:00:00+00:00


¡Doce horas de vida!

El capitán David Grant recorría cansadamente el puente de mando de su nave espacial deteniéndose a intervalos para mirar con unos ojos de párpados pesados la negrura cuajada de estrellas del espacio interplanetario más allá de las portillas de observación.

Durante tres días la «Reina de la Noche», la hermosa nave espacial de Grant, había sufrido la persecución del vándalo implacable del vacío interestelar, el «Halcón Negro».

Y durante esos tres días el capitán Grant había mantenido la nave, con su rico cargamento de sales de uranio, de las minas del satélite de Neptuno, y los cien pasajeros que llevaba, muy por delante de los rayos desintegradores del «Halcón Negro», utilizando las baterías de los motores a reacción a su máxima potencia.

Pero el combustible se estaba agotando… Ya había recibido el mensaje de las salas de cohetes: se había abierto el último depósito de protonita radiactiva. A los pocos minutos la gran nave quedaría a la voluntad —una voluntad discutible— del «Halcón Negro».

Lentamente se iba apagando el sonido vibrante de los motores que llenaba la nave con su latido vital.

La aguja negra del indicador de la presión de reacción seguía bajando hacia cero.

La «Reina de la Noche» ya no aceleraba su velocidad.

Observando estrechamente con ojos cansados, Grant vio una luz rosada que estallaba en el firmamento negro salpicado de estrellas.

—¡Ya está! —gimió.

Sabía que aquella luz era la descarga electrónica y fluorescente de los gases radiactivos que surgían de los cohetes de una nave a la carrera. El «Halcón Negro» caía sobre ellos velozmente.

—¡Preparen los rayos!

El capitán lanzó la orden a través del micrófono bajo la pantalla de televisión. Intentó en vano ocultar la impotencia que latía en su voz. ¿Qué podrían hacer los dos pequeños tubos de rayos de la «Reina de la Noche» contra el poderoso armamento del «Halcón Negro»?

El rostro cuadrado de su oficial apareció en la pantalla.

—Rayos preparados, señor —dijo la voz.

El capitán Grant giró ahora en redondo, pues había oído unos pasos ligeros y una alegre canción más allá de la puerta que daba acceso a la sala del puente.

La puerta oval y metálica se abrió de pronto, y una figura encantadora y vivaz la cruzó.

—¡Nell, Nell, cariño! —gritó el capitán con voz repentinamente ahogada.

Aquel ser radiante corrió hacia él, y un instante después el rostro de Grant quedaba sepultado en una masa fragante de cabellos de un rojo dorado.

Era la esposa del capitán Grant. Se habían casado justo antes de emprender el viaje. No le había hablado del vándalo que les perseguía… Le pareció un crimen estropear su felicidad con una ansiedad que nada resolvía.

—¿Qué ocurre, Dave querido? —preguntó ella, la voz sofocada por el abrazo—. Pareces preocupado últimamente…, y has estado trabajando aquí tres días seguidos. ¡Tienes que dormir!

—Mira —dijo el capitán, y señaló por una de las ventanas.

Un fino rayo verde cruzaba la negrura del cielo, saltando como una espada cruel hacia la nave.

—¡Oh, qué bonito! —gritó ella—. ¿Qué es eso, un cometa?

El rostro del hombre palideció, apretó las mandíbulas, y brilló una llamarada en sus ojos azules.



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