Ligeramente escarlata by James M. Cain

Ligeramente escarlata by James M. Cain

autor:James M. Cain [Cain, James M.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1942-04-23T00:00:00+00:00


* * *

Media hora después, en otro sitio donde podía ser más amable y sincero, Ben se comportaba con mayor naturalidad y parecía estar pasándolo mejor. Se encontraba en el despacho de Bleeker & Yates, una firma de abogados enclavada en el Coolidge Building, cuyo socio principal, Oliver Hedge Bleeker, acababa de ser elegido fiscal del distrito por una mayoría casi tan amplia como la de Jansen. De ahí que fuera con Mr. Yates con quien Ben mantuviese una breve entrevista. Era un hombre entrecano, de treinta y tantos años, y llevaba puesta su chaqueta azul, como cuadraba a un profesional de las leyes en un despacho con aire acondicionado. Ben se ganó su confianza casi por completo, y le habló sin reservas de su anterior conexión con Caspar. Pero le faltó tiempo para explicarle las circunstancias que le habían impulsado a ello: su lesión en el vientre recibida en el rugby profesional, la necesidad de encontrar trabajo y la oferta de Caspar; a continuación describió la absurda situación que se fue desarrollando, en la que su repulsa por aquel trabajo chocaba con la desagradable probabilidad de que le mataran si renunciaba a él y se iba a otra parte sabiendo todo lo que sabía. Explicó también su desagrado al tener que mostrar complacencia ante la vanidad de su patrón. A medida que Mr. Yates iba abriendo cada vez más los ojos como muestra de interés, Ben le fue refiriendo sus actividades a favor de Jansen. No dijo en qué consistían; pero dio a entender que habían sido peligrosas y delicadas. Insistió en que él había sido un hombre de Jansen.

—Llegué a un punto en que, si bien no podía considerarme dueño de mi propia vida, tenía que disponer al menos de mi propia carcasa. Sí, trabajé para Jansen y estoy orgulloso de ello. Quiero que se entere usted porque, antes de dar un paso más, será mejor que sepa qué clase de hombre soy.

—Usted era la… «gotera», como nosotros lo llamábamos, ¿no es así?

—¿La qué?

—Bueno, Miss Lyons, a quien supongo conocerá, tenía una fuente de información cerca de Caspar. En la organización de Jansen no supimos nunca de dónde procedía esa información, pues ella jamás nos lo dijo. Solíamos llamarle la «gotera».

—No puedo revelarle las fuentes de información de Miss Lyons. Yo desempeñé una pequeña parte en la labor de la campaña. No tuvo mucha importancia, créame. Pero creo oportuno decirle que yo estaba en contra de Caspar antes de ahora y que ayudé a derribarlo. Eso fue durante la campaña, cuando todavía había lucha.

—¿Y qué desea usted de mí?

—¿Sabe usted algo acerca de máquinas tragaperras?

—Bueno, creo que he jugado con ellas alguna vez.

—Me refiero a sus circuitos.

—Pues lo cierto es que no.

—Ni sabe que pueden ser transformadas, ¿verdad?

—Bueno, ¿tan importante es eso?

—Escuche, le hablo del pasado, pero en mis tiempos hubo dos negocios realmente buenos. Dos negocios que dieron mucho dinero y siguen dándolo. Además, son seguros… Bueno, todo lo seguros que han podido ser siempre esa clase de negocios.



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