Liberalismo by Ludwig von Mises

Liberalismo by Ludwig von Mises

autor:Ludwig von Mises [Mises, Ludwig von]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Referencia, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1926-12-31T16:00:00+00:00


III

La política exterior liberal

1. Las fronteras nacionales

No existe diferencia alguna, para el liberal, entre política interior y política exterior; considera, por tanto, ociosa esa cuestión tantas veces suscitada y tan ampliamente debatida acerca de si la política exterior debe prevalecer sobre la interior o viceversa. No podía ser de otra manera, ya que el liberalismo tiene ámbito mundial; los mismos principios que la doctrina recomienda para una cierta zona, de idéntica aplicación entiende gozan para todo el resto del globo. Es sólo, en aras a la conveniencia expositiva, por subdividir en sectores más asequibles la vasta materia de la ciencia política, que el liberal distingue lo nacional de lo extranjero, bien entendido, como decíamos, que los teoremas manejados estímanse igualmente aplicables en el interior del país que en el exterior del mismo.

La paz es, invariablemente, el objetivo que el liberalismo persigue, tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales. Propugna la cooperación pacífica en el interior y luego aspira a la colaboración internacional de todos los países entre sí. El pensamiento liberal parte de la idea de que tal cooperación humana tiene enorme trascendencia y extraordinario valor social; de allí que la política y el programa del liberalismo oriéntese siempre en el sentido de mantener la existente cooperación humana, procurando ampliarla todo lo posible. Lo ideal, desde luego, sería llegar a que la humanidad entera participase, de modo pacífico y sin fricciones, en dicho esfuerzo colaborativo. La doctrina liberal, invariablemente ecuménica, lo contempla todo bajo el prisma universal; rehuye el fraccionalismo; no se interesa por este o aquel grupo, provincia, nación o continente. Es intemacionalista; su campo de acción abarca la humanidad toda y la tierra entera. Por eso, el liberalismo es humanista; y el liberal, cosmopolita ciudadano del mundo.

Las gentes, sin embargo, en este nuestro mundo, dominado por ideas antiliberales, recelan del internacionalismo. Hallamos hoy, en Alemania, «superpatriotas» que, por ejemplo, no perdonan a sus grandes poetas, a Goethe sobre todo, el que no respetaran límites ni fronteras nacionales y tuvieran una visión universal de las cosas. Porque existe un extraño consenso en torno a la idea de que el interés patrio hállase en irreconciliable conflicto con el resto de la humanidad, de suerte que quien procura laborar en favor del mundo entero es un antipatriota que descuida el bien de su propia nación. Pocos supuestos podrían, sin embargo, ser más erróneos. Pues el alemán, digamos, que se preocupa por el bienestar del género humano, en nada perjudica a sus compatriotas, es decir, a esas personas que comparten con él un mismo territorio y un mismo lenguaje y con las que forma frecuentemente específica entidad étnica y cultural; por lo mismo que quien procura el bien de la nación alemana, no por eso descuida la felicidad de la vieja aldea natal. Va todo junto, el bienestar mundial y el de la pequeña comunidad local.

Esos chauvinísticos nacionalistas que predican la existencia de irreconciliables conflictos de intereses entre las naciones y que recomiendan medidas tendentes a asegurar la supremacía del propio



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