Lenin y Hitler by Luciano Pellicani

Lenin y Hitler by Luciano Pellicani

autor:Luciano Pellicani [Pellicani, Luciano]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2008-12-31T16:00:00+00:00


VII

En 1937, Hermann Rauschning publicó La revolución del nihilismo, donde formuló una tesis sumamente radical. Según él, el nacionalsocialismo era un movimiento revolucionario guiado por una elite de catilinarios «sin doctrina, que querían el poder por el poder»;[156] por tanto, todo lo contrario de cuanto habían sostenido Emmerich y Tilgher. Rauschning reconocía que en la revolución nazi la ideología tenía un papel importante, pero sólo como instrumento de agitación permanente y de justificación de una política cuyo fin era la completa desorganización de la sociedad capitalista-burguesa para dominarla mejor.

Ahora bien, no hay duda de que en el Partido nacionalsocialista militaron innumerables aventureros totalmente carentes de principios y exclusivamente dominados «por el afán de conquistar el mundo»;[157] pero también militaron auténticos «fanáticos del Apocalipsis» —los hermanos Strasser, Goebbels, Rosenberg, Himmler, Hess, Bormann y muchos más—, que vivieron la Weltanschauung nacionalsocialista como una fe y una mística y que vieron en Hitler el Redentor del Volk y «la verdad en persona».[158] Es cierto que éstos pisotearon todos los principios morales de la tradición occidental y actuaron con espeluznante crueldad. Pero, con frecuencia si no siempre, lo hicieron guiados por una doctrina que a sus ojos tenía todas las características de una Gnosis apocalíptica que, en nombre de la edificación del Milenio, exigía y legitimaba el exterminio de los agentes de la corrupción.

Ciertamente los agitadores nazis atrajeron bajo el símbolo de la cruz gamada a las «masas atomizadas» utilizando demagógicamente la retórica antisemita, gracias a la cual pudieron indicar en el judío al chivo expiatorio que había que sacrificar sobre el altar de la «salvación nacional». Pero igualmente cierto es que no concibieron esa retórica en términos puramente instrumentales, como lo demuestra el hecho de que, contra toda racionalidad económica y/o estratégica, planificaron el holocausto. «Haber sustraído al frente oriental, donde había una necesidad desesperada, los medios de transporte usados en esta operación completamente inútil parece un acto de locura, no menor que haber privado a Alemania de una fuerza de trabajo que habría podido contribuir al esfuerzo bélico de país».[159]

Pero era una locura que tenía su propia lógica: una locura que descendía directamente de la Gnosis hitleriana, toda ella dominada —mejor, obsesionada— por la idea del saneamiento del mundo.[160] Si los nazis —o al menos sus jefes supremos, empezando por Hitler— hubieran instaurado con la doctrina racista una relación puramente instrumental, como pensaba Rauschning, jamás habrían decidido la «solución final».[161] La cual —nunca se repetirá bastante— era, desde el punto de vista económico y militar, totalmente insensata.

Pero es evidente que una doctrina en la que la aversión respecto al «judío eterno» se lleva hasta la necesidad del genocidio, no es una mera construcción intelectual, sino la proyección ideológica de un miedo paranoico de monstruosas proporciones[162] y de un «hybrístico» deseo de «alcanzar la meta de la inmortalidad bajo los restos del Gran Redentor».[163] Es un hecho que Hitler consiguió inyectar su odio sin medida por los judíos en el Estado alemán hasta el punto de que éste se convirtió en la «institucionalización del sadismo»,[164] mejor dicho, de la necrofilia.



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