Las horas perdidas by Lorena Franco

Las horas perdidas by Lorena Franco

autor:Lorena Franco [Franco, Lorena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-09-06T00:00:00+00:00


SANDRA

Viernes, 20 de agosto de 2004

Se me hacía cuesta arriba tener que ir a trabajar cada mañana a DIC desde que Josh me dejó por Charlotte. Parecía disfrutar viéndome sufrir y restregándome en las narices que era la rubia delgaducha de piernas infinitas la que se acostaba cada noche en su cama y se quedaba a trabajar hasta las tantas de la noche con él. Lisa y Nicole, ajenas a mi tormento particular, eran mi principal apoyo. Supongo que sospechaban algo, pero eran discretas y buenas compañeras.

Hacía un calor infernal en Nueva York y yo soñaba con mis dos semanas de vacaciones. No conocía aún el destino. Mis amigos tenían sus planes hechos y Joana estaba en París. Pero no me importaba. Siempre he sido de ese tipo de personas que pueden ir a un restaurante a comer solas o al cine con la única compañía de un bol de palomitas y una Coca Cola Light.

Como cada viernes por la mañana, Josh estaba reunido en el despacho de Samantha. Pero ese día vi con mis propios ojos que mantenían una acalorada discusión. Josh alzaba las manos enérgicamente y, aunque no podía escucharse nada desde el despacho de la directora, vi por su expresión, que ella le gritaba enfurecida. Hasta me pareció verla llorar. Nicole y Lisa estaban de vacaciones; Charlotte y yo, aún sin nuestro merecido descanso estival, teníamos poco trabajo. Decidí bajar a la cafetería de abajo a tomar un café. Necesitaba un respiro.

Curiosa por naturaleza, removía mi café con hielo queriendo averiguar de qué estarían hablando Josh y Samantha. El por qué de una conversación conflictiva. Entonces, una voz masculina que había olvidado, me saludó.

—¿Sandra?

Al alzar la vista vi al hombre que me había presentado Joana en la exposición a la que acudí con Josh en febrero. No recordaba su nombre, pero sí lo mucho que me atrajo. Me sonreía, como si estuviera feliz por el casual encuentro.

—No recuerdas mi nombre, ¿verdad? —preguntó divertido—. Matthew Levy.

—¡Matthew! ¿Quieres sentarte a tomar un café conmigo?

—Será un placer.

Se sentó frente a mí sin saber muy bien cómo iniciar una conversación.

—¿Sabes algo de Joana? —preguntó.

Joana era lo único que nos unía y supongo que fue una manera fácil de romper el hielo.

—Ya estará en París, pero no ha dado señales de vida.

—Es algo que suele hacer.

—¿La conoces mucho?

—No, qué va. No demasiado. Hace un año me contrató para diseñar su página web, nos caímos bien y hemos salido un par de veces. Es algo excéntrica y alocada, ¿no crees?

—Así es Joana —asentí riendo—. ¿A qué te dedicas? ¿Haces páginas web?

—Trabajo para varias empresas como diseñador gráfico freelance y también me contratan privados para montar sus páginas web, sí —informó con entusiasmo. Se le notaba que disfrutaba de su trabajo—. ¿Y tú, Sandra?

—Trabajo en DIC, la agencia publicitaria que hay en este edificio. Soy ayudante de uno de los directores creativos.

—Muy interesante.

—Sí, supongo. No hace ni un año que trabajo ahí y de momento me va bien. Es creativo, eso siempre se agradece.

—Y el tipo con el que te vi… —empezó a decir tímidamente, removiendo con nerviosismo su café.



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