Las hermanas Makioka by Jun’ichirō Tanizaki

Las hermanas Makioka by Jun’ichirō Tanizaki

autor:Jun’ichirō Tanizaki [Tanizaki, Jun’ichirō]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1947-01-01T00:00:00+00:00


26

Durante dos o tres mañanas Sachiko llamó a Taeko al salón después de marcharse Teinosuke y Etsuko. Quería averiguar hasta dónde era firme la decisión de Taeko y no pudo descubrir indicio alguno de que su hermana se dejase persuadir. Sachiko estaba dispuesta a hacer concesiones tan solo con que Taeko abandonara la idea de casarse con aquel hombre: pensasen lo que pensasen los de la casa principal, ella y Teinosuke aprobaban la ruptura del compromiso con Okubata y, según las circunstancias, podían incluso interceder para conseguir que este no la molestara más; aunque costaría admitir abiertamente las lecciones de confección, Sachiko podría simular que no sabía nada acerca de ellas: ella y su marido no se oponían realmente a que Taeko se convirtiese en una mujer que ejerce una profesión; y, por muy imposible que fuera hacer nada por el momento, defenderían el caso de Taeko al llegar la ocasión para conseguir que recibiese su dinero de la casa principal.

Pero Taeko se limitó a contestar que ella e Itakura estaban dispuestos, como última concesión, a esperar a que Yukiko se casase. Confiaban en que la boda de esta quedaría concertada lo más pronto posible.

Aparte de los aspectos de clase y posición, continuó Sachiko, no tenía confianza en Itakura como persona. Por haberse abierto camino de aprendiz en una tienda hasta llegar a fotógrafo, era diferente de un niño mimado como Okubata; sin embargo —Sachiko sabía que no debía decirlo—, había en él la astucia del hombre que ha visto demasiadas cosas por el mundo. Taeko hablaba de su inteligencia, pero la propia Sachiko solo había observado que tendía a estar muy satisfecho consigo mismo sobre cosas que no tenían importancia. Era un joven sencillo y, en efecto, un poco inferior, y sus gustos estaban lejos de ser refinados. Y en cuanto al hecho de haber llegado a ser la clase de fotógrafo que era, precisaba solo de un cierto instinto de artesano. Koi-san, ciega para ver sus defectos en aquel momento, haría bien en pensarlo larga y detenidamente. Sachiko opinaba que los matrimonios no duran cuando marido y mujer proceden de diferentes clases sociales. Para ser completamente honrada, no acertaba a comprender cómo era posible que una mujer tan exigente como Koi-san pudiera querer casarse con aquel hombre. Muy pronto se cansaría de él. Sachiko encontraba divertidos a charlatanes como Itakura, pero una o dos horas era todo lo que podía soportarlos.

Taeko admitía que algo de lo que la astuta Sachiko había observado era inevitable en un hombre que, de muchacho, había sido aprendiz en una tienda y más tarde había visto el mundo —era inevitable por culpa de su entorno—, pero, frente a todo eso, había en aquel hombre algo sorprendentemente diáfano y honesto. En el fondo, no era el tipo taimado por el que le había tomado Sachiko. Era también cierto, como había señalado Sachiko, que Itakura se tomaba muy en serio las trivialidades y se le despreciaba por ello; pero ¿no podía ser eso prueba de algo inocente e infantil en él? Quizá no tenía educación, quizá era de clase baja.



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