Las Goleadoras no se rinden by Laura Gallego García

Las Goleadoras no se rinden by Laura Gallego García

autor:Laura Gallego García [Gallego García, Laura]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2009-12-31T16:00:00+00:00


9

Rivalidad

—No entiendo qué os pasa hoy —dijo David en el descanso, desconcertado—. Con lo bien que estabais jugando las últimas jornadas…

—¡Es por los chicos! —chilló Ángela.

—¡Sí, nos da corte que estén jugando tan cerca y tenemos miedo de hacerlo mal! —añadió Alicia.

—¡A mí no me da corte! —bramó Alex—. ¡Pienso ganar este partido para demostrar que las tías no jugamos peor que los tíos!

—¡Así se habla! —Apoyó Mónica.

David suspiró y murmuró algo que sonó como: «Hormonas…». Luego las miró y dijo:

—¿Me estáis diciendo que os preocupan más los Halcones que vuestras rivales?

Algunas, entre ellas Sara, se pusieron coloradas.

—Es que hay mucha crispación en el cole, míster —soltó Carla—. Por ver quién queda mejor en la liga y todo eso.

—Pero, a ver, vosotras deberíais estar por encima de eso, ¿no? ¿Qué sois, eh? ¿Jugadoras de fútbol o niñas enamoradas?

—¡Niñas enamoradas! —chillaron a la vez Ángela y Alicia. Sara y Julia se pusieron todavía más rojas.

—¿No se puede ser las dos cosas? —Osó preguntar Julia.

—Sí, bueno —respondió David—, sí que se puede, claro, pero no al mismo tiempo. Tampoco estoy diciendo que renunciéis a vuestros sentimientos, pero intentad aparcarlos un poquito mientras hacéis otras cosas.

—Esto es una chorrada —cortó Alex—. A mí no me mola ningún tío y paso de lo que digan los Halcones. Así que la próxima que mire al otro campo, aunque sea de reojo, en lugar de fijarse en el balón, se las verá conmigo. ¿Ha quedado claro?

—Alex… —la riñó David, pero era demasiado tarde. La amenaza de Terminatrix estaba ahí, y todas las chicas asentían enérgicamente, tragando saliva—. Bueno, en cualquier caso —prosiguió, con voz más suave—, todos sabemos que os sentís mejor cuando jugáis bien, independientemente del resultado. Así que… ¿por qué no intentáis centraros un poco y disfrutar del partido…, de vuestro partido? —añadió con intención.

Cuando volvieron al campo para iniciar el segundo tiempo, Sara iba dándole vueltas a lo que David había dicho. Era verdad que no podía dejar de pensar en Héctor y que le importaba muchísimo lo que él opinase de ella; pero no era menos cierto que, antes que Héctor, su principal pasión siempre había sido el fútbol. Y ella soñaba con ser profesional. «Soy una jugadora de fútbol —decidió mientras ocupaba su lugar en el campo—. Y lo voy a demostrar, no solo ante todos, sino principalmente ante mí misma».

Echó un vistazo a Vicky y comprobó que ella también parecía decidida a hacer las cosas bien. Después de todo, era una chica muy cerebral y no le gustaba que sus emociones influyesen negativamente en su trabajo, fuera el que fuese. Por su parte, Eva, que también era una apasionada del fútbol, mostraba una expresión resuelta, casi tan fiera como la de Alex. Dasha seguía imperturbable, como siempre, y Julia, aún colorada, trataba de centrarse, porque David la había tocado en su amor propio también a ella: era una de las mejores jugadoras del equipo y en el fondo estaba muy orgullosa de su juego. Por su parte, Ángela y Alicia



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