Las estrategias de la reproducción social by Pierre Bourdieu

Las estrategias de la reproducción social by Pierre Bourdieu

autor:Pierre Bourdieu [Bourdieu, Pierre]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2010-12-31T16:00:00+00:00


LOS DESENCANTADOS

«Primero hice encuestas. Había visto que un amigo de L. las hacía. Tenía las listas de todas las cuevas de encuestadores de París. Hablé por teléfono, busqué durante dos meses, y al final di con algo. Después pasaron varios meses, y no me dieron ni una señal: ya no había más encuestas. Tenía derecho al seguro de desempleo (1000 francos por mes), viví así siete meses, y después coseché uvas durante dos meses. Después volví a hacer encuestas casi siete meses más, estaba interina, dejé el sucucho ese: no había más que lesbianas ahí dentro, que daban el trabajo a las que se les ocurría, así que renuncié. De todos modos, uno trabaja un poco cada vez que le toca. Para mí, en un tipo de sociedad como esta, lo fundamental no es trabajar. Si fuese como allá, en China, quizás yo podría trabajar diez horas por día» (F., 24 años, casada, bachillerato y algunos meses de Facultad de Letras, padre rentista).

«Cuando a uno le va mal en el bachillerato ya está bien jodido y se quedó afuera de todo: llega un momento en que ya no quedan caminos que tomar, y además los trabajos que uno encuentra no son trabajos a los que uno les vea una utilidad.

Siempre trabajé en cosas no precisamente apasionantes, así que ahorro para poder dejar algunos meses. De todos modos, me gusta más hacer así para no dejarme ganar por las costumbres. Después de reprobar el examen del bachillerato, hice la temporada de vacaciones en un centro de reposo, de esos de salud. Después encontré un trabajo en un periódico de Dreux. Era pasante en la redacción, pero después de dos meses tenía que hacerme un carnet de periodista, cuando ya me había transformado en colaborador y me pagaban “por columna escrita”, y además no debía de caerles bien. Picaban y destrozaban todo lo que yo escribía. También sacaba fotos. Pero había relaciones de fuerza en el laburo: yo no era de esos combativos, y no tenía muchas ganas de meterme en peleas. Pasado medio año, no me daban más trabajo, me fui. Después me hice redimir por el mito del buen empleado público, y me anoté para trabajar en PTT[163]. Estuve en el correo tres semanas. Ahí caí en picada, me desbarranqué en un ambiente de trabajo que no conocía. No fue tanto la gente lo que me pegó fuerte, sino tal vez las relaciones entre ellos, todos delatando a todos, no había ninguna solidaridad. Pasaron tres semanas y renuncié: éramos cinco aprendices, había uno que de la noche a la mañana se hizo echar a patadas (se había tomado unos quince minutos de más a la hora del refrigerio), así que renunciamos todos. Lo peor del asunto es que uno acaba de fracasar con su bachillerato y los estudios no le interesaron nunca, y ahí nomás a uno lo toman por intelectual.

Después de eso encontré por la ANPE[164] un trabajo de contabilidad en un organismo de control de la carne vacuna. Más tarde hubo toda una historia con la prima de mercado que no se les daba a todos.



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