Las doce puertas by Vicente Raga

Las doce puertas by Vicente Raga

autor:Vicente Raga [Raga, Vicente]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Intriga, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2019-03-31T16:00:00+00:00


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25 DE OCTUBRE DE 1390

En un descanso de la escuela, Samuel apartó del grupo a Gabriel y le dijo que no se fuera a casa cuando terminaran las clases, que quería llevarlo a un lugar.

—¿Qué lugar? No me asustes Samuel, que ya estoy bastante nervioso con la reunión del Gran Consejo de esta noche.

—No te preocupes, es todo lo contrario. Quiero que conozcas a una persona que seguro que le apetece saber de ti.

Cuando terminaron las clases en la escuela, Gabriel se dirigió hacia Samuel.

—¿Dónde quieres llevarme? Me tienes nervioso.

—Aquí mismo Gabriel, no te inquietes. Lo que tienes que hacer es relajarte un poco, que lo necesitas de verdad.

—Eso es muy fácil decirlo.

Salieron de la escuela al patio de la sinagoga y entraron en la biblioteca, que, como casi siempre, estaba medio en penumbra. Abraham estaba sentado en su mesa habitual, al fondo de la sala, junto al gran armario.

—Hola Abraham —dijo Samuel.

El bibliotecario levantó la vista.

—Hola Samuel, ¿cómo estás? Vaya, veo que hoy vienes acompañado.

—Te presento a Gabriel, compañero de la escuela. Es el hijo de Isach Gabriel, médico de la aljama.

—Caramba, así que tú eres el famoso Gabriel. Anda, acércate que te vea bien.

—Hola señor bibliotecario —acertó a decir Gabriel, algo intimidado, mientras se aproximaba a su mesa con cierto temor.

—Llámame Abraham, como todo el mundo lo hace. Conozco a tu padre Isach y a tu madre Mayionam desde hace muchos años. Son grandes profesionales y mejores personas. Les tengo un respeto y aprecio especial.

Gabriel no sabía qué decir.

—Nunca había estado en su biblioteca —dijo al fin.

—Pues muy mal. Los niños, a vuestras edades, tienen que leer mucho —dijo Abraham dirigiéndose a ambos—. No es que tengamos muchos libros, pero algo es algo.

Samuel no quiso perder más tiempo e introdujo el tema que deseaba tratar. Se dirigió al bibliotecario.

—Gabriel me dijo que, en una ocasión, estuvo en casa de fray Vicente Ferrer. Yo no lo quise creer hasta que tú me confirmaste que Isach, el padre de Gabriel, era su médico personal.

Abraham, de repente, pareció interesado.

—Caramba, ¿así que saliste de la judería nada más y nada menos que para visitar al fray en su propia casa?

—Sí.

—¿Y qué tal fue la experiencia?

—Solo fui a acompañar a mi padre porque mi madre no podía venir. El fraile tenía fiebres y me limité a ayudar a mi padre a aplicarle unos paños fríos.

—¿Y qué te pareció su casa?

—Me imaginaba que viviría en algún palacio, pero no. Su casa era parecida a la nuestra, quizá algo más grande, pero bastante modesta para un cristiano de su posición. Me esperaba algo más parecido a un palacio. Estaba llena de manuscritos. Nos dijo que viajaba bastante, por eso no tenía tiempo de ordenar nada.

—Es verdad, viaja bastante —confirmó Abraham—. ¿No os dijo nada más ni a ti ni a tu padre?

—No recuerdo nada más, ya han pasado algunos años y entonces yo era un niño —dijo Gabriel, un poco a la defensiva.

—Es muy interesante que tu padre trate a pacientes cristianos, supongo que se enterará de muchas cosas.



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