Las brujas de Zugarramurdi by Mikel Azurmendi Inchausti

Las brujas de Zugarramurdi by Mikel Azurmendi Inchausti

autor:Mikel Azurmendi Inchausti [Azurmendi Inchausti, Mikel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2013-11-01T00:00:00+00:00


… el término akelarre no huele para nada a macho cabrío: de ahí que yo haya escuchado a los de Zugarramurdi llamar alkelarre al lugar y alkerdi al barrio contiguo y también alkezuri a un cerro que se encuentra entre aquel lugar y Errazu. Mejor que yo conocéis la existencia de la hierba alka (…). Siendo como son éstas cosas, el lugar alkelarre o akelarre es el prado donde ha llegado a crecer la hierba alka.[104]

Yo recogí este argumento junto a la intuición lingüística de que no había cabrón alguno en el término aquelarre: la R del cabrón (aker) no se la hubiesen comido los campesinos para llamar «prado del cabrón» a determinado prado, pues hubiesen dicho akeRlarre, con una R fuerte.

Así discurría yo y lo dejé escrito, y ha venido a validar esa sospecha mía la reciente lectura de una carta (publicada entre los Salazar Documents el año 2004) del más sabio y prudente sacerdote de aquella zona perseguida. Se trata de una carta de Irisarri, el párroco de Yanci.[105] Este sacerdote, aun negando la existencia de la secta brujeril, sostenía en 1611 que, de decirse o escribirse el término fatídico en referencia al cabrón, debía hacerse así: aqueRRlarre (con dos erres). A este sacerdote, que había estudiado en Roma, no se le escapaba que un sinfín de términos eusquéricos en alka, alke de aquella zona no tenían nada que ver con aker (macho cabrío); y tampoco podía desconocer la existencia de lugares frecuentes en la zona como Alkerdi, Alkezuri, Alkelarre (topónimos de dos cerros y del prado donde se halla precisamente la cueva de Zugarramurdi, que, hoy, llaman de la brujas), Alkaiaga, Alkegui (barriada y caserío, respectivamente, de Bera de Bidasoa), Alkaso, Alkaxarra y Alkaintzin (dos topónimos y una barriada de Goizueta), Alkain, etc. Además daba fuerza indirecta a mi argumento el rabioso hecho de la absoluta incompetencia de la Inquisición de Logroño cuando trascribía los términos eusquéricos. Así, por ejemplo, el nombre de un acusado de Irurita, sexagenario reconciliado en 1611, aparece escrito de tres modos diferentes según lo haga un secretario u otro: aparece como Pierres de Arguialde también como Pierres de Alquiarre y como Pierres de Alquinalde. Me inclino a sospechar que, como repetidamente refiere el documento de los inquisidores Alvarado y Becerra de 1613,[106] se trataba de un tal Pierres del caserío o lugar Alquiarre, que es como se puede decir dialectalmente Alquelarre.

Por si esta serie de sospechas mías no bastase, había encontrado en el seminal libro de Henningsen (El abogado de las brujas) la tajante afirmación del obispo de Pamplona, en 1610, de que nadie de aquellos campesinos acusados conocía qué era aquelarre ni qué eran las reuniones brujeriles supuestamente satánicas. Y también tenía ante mí las rigurosamente comprobadas aseveraciones del inquisidor Salazar ante la Suprema de la Inquisición de que no había habido ni atisbo de brujería ni de secta brujeril alguna en toda aquella zona de la persecución hasta la patética intervención de los predicadores franciscanos: éstos habían sido los propagadores



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