La velada en Benicarló(c.1) by Manuel Azaña

La velada en Benicarló(c.1) by Manuel Azaña

autor:Manuel Azaña
La lengua: es
Format: mobi
Tags: literature
publicado: 2010-12-04T23:00:00+00:00


BARCALA

El Gobierno de Cataluña ha adoptado la revolución, la proclama y pretende ordenarla.

GARCÉS

Otra vareta que anda suelta y no de las menores. El caso de Cataluña es complejo, pero no más tranquilizador. La relación del Gobierno de Cataluña con la guerra es la misma que la de toda España. El Gobierno de Cataluña no es más fuerte ante sus administrados que el de la República en las provincias de su mando. Pero, al mismo tiempo, el Gobierno de Cataluña, por su debilidad y por los fines secundarios que favorece al amparo de la guerra, es la más poderosa rémora de nuestra acción militar.

La Generalidad funciona insurreccionada contra el Gobierno. Mientras dicen privadamente que las cuestiones catalanistas han pasado a segundo término, que ahora nadie piensa en extremar el catalanismo, la Generalidad asalta servicios y secuestra funciones del Estado, encaminándose a una separación de hecho. Legisla en lo que no le compete, administra lo que no le pertenece. En muchos asaltos contra el Estado toman por escudo a la F. A. I. Se apoderan del Banco de España para que no se apodere de él la F. A. I. Se apoderan de las aduanas, de la policía de fronteras, de la dirección de la guerra en Cataluña, etcétera.

Cubiertos con el miserable pretexto de impedir abusos de las sindicales para despojar al Estado, se quejan de que el Estado no les ayuda, y ellos mismos caen prisioneros de la sindical. El Gobierno de Cataluña existe de nombre. Las representaciones de los sindicatos en el Gobierno significan poco o nada; sus camaradas no los obedecen ni cumplen los acuerdos penosamente elaborados en consejo. Se aprobó el decreto de colectivización de la industria, como parte de una componenda, a cambio de que los sindicatos aceptaran los decretos de movilización y militarización. Se cumple el primero, pero no los otros. Cuando el Gobierno de la Generalidad lanzó de una vez cincuenta y ocho decretos, cada uno de los cuales era una transgresión legal, no ha obtenido la observancia de ninguno, porque a los sindicatos no les gustan. Con eso disfrutamos la doble ganancia de entrometerse la Generalidad en lo que no le compete y una desobediencia anárquica. Ya se está viendo la repercusión en la guerra. Un país rico, populoso, trabajador, con poder industrial, está como amortizado para la acción militar. Mientras otros se baten y mueren, Cataluña hace política. En el frente no hay casi nadie.

Que los rebeldes no hayan tratado de romperlo, da que pensar. Si quisieran, llegarían a Lérida. A los ocho meses de guerra, en Cataluña no han organizado una fuerza útil, después de oponerse a que la organizase y mandase el Gobierno de la República. Ahora que empiezan todos a clamar por un ejército, tocarán las ventajas de haber quemado los registros de movilización, de haber hecho hogueras con los equipos y las monturas, de haber dejado que la F. A. I. se apoderase de los cuarteles y ahuyentase a los reclutas. Los periódicos, e incluso los hombres de la Generalidad, pablan a diario de la revolución y de ganar la guerra.



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