La tierra llora by Peter Cozzens

La tierra llora by Peter Cozzens

autor:Peter Cozzens [Cozzens, Peter]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2015-12-31T16:00:00+00:00


Mientras los hombres de Custer luchaban, lloraban y se preguntaban por qué estaban solos, el batallón del capitán Benteen, avanzaba despacio hacia el Little Bighorn. Benteen no hacía más que darle vueltas y estaba convencido de que Custer lo había enviado «a cazar por el valle ad infinitum» solo para excluirlo del momento de la victoria. Cerca del tipi solitario, el capitán se encontró con el sargento Kanipe, y las noticias que le dio no le hicieron cambiar de humor. Custer había encontrado un gran poblado y quería que el capitán se apresurara; ¿será para que coja las migajas de su victoria? En efecto, Kanipe dio a entender que la batalla estaba casi ganada, ya que cuando siguió avanzando para encontrarse la caravana de suministros gritó: «¡Ya los tenemos, chicos! ¡Los están haciendo picadillo!». Benteen reinició la marcha a paso ligero.[20]

Al llegar al río, se encontró a John Martin. El corneta le dio la orden que había garabateado el teniente Cooke en la que le decía que se diera prisa y que llevara munición, pero añadió en su imperfecto inglés que los indios estaban «poniendo los pies en polvorosa». Aquí, pensó Benteen, había una prueba más de que el único que se llevaría la gloria iba a ser Custer. El capitán refunfuñó, aumentó el paso al trote y ascendió los riscos que había junto a la ruta que Custer había abierto una hora antes. Quince minutos más tarde, se encontró frente a frente con Reno. Sus hombres seguían gateando colina arriba o muriendo en el intento.

—¡Por dios, Benteen, detén a tus tropas y ayúdame! He perdido a la mitad de mis hombres —dijo Reno tartamudeando.

—¿Dónde está Custer? —preguntó Benteen.

—No sé —contestó Reno. Se marchó río abajo y no he vuelto a verlo ni a saber nada de él.[21]

Cuando los indios se retiraron de forma inesperada, Benteen —consciente ahora de que era muy probable que Custer estuviera en peligro— mostró a Reno la nota de «Venga pronto» y sugirió al comandante que le acompañara a «establecer contacto» con Custer. Sin embargo, Reno se negó a moverse hasta que llegara la caravana con la munición. Benteen tampoco insistió ni se marchó él con su propio batallón. «Dio por hecho que el general Custer era capaz de cuidar de sí mismo».

Estaba claro que Reno no servía ya para nada. Según muchos oficiales y hombres, tras la llegada de Benteen, el embriagado comandante volvió a su principal preocupación: el whisky. Al parecer, cuando la caravana de suministros llegó a Reno Hill a las cinco y veinte de la tarde (más o menos cuando murió Custer) alardeó ante el comandante: «Mira, todavía me queda media botella».

Mientras Reno bebía y Benteen dudaba qué hacer, los soldados que se hallaban en Reno Hill no dejaban de escuchar continuas ráfagas de disparos de rifle que serpenteaban hacia ellos desde río abajo, y se preguntaban por qué nadie ordenaba un avance. Más adelante, el soldado raso Taylor escribió: «Es verdad que las tres tropas que habían trabado combate en



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