La reina Valera by Enrique Ángel

La reina Valera by Enrique Ángel

autor:Enrique Ángel [Ángel, Enrique]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Humor, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-11-14T16:00:00+00:00


Carlos hacía memoria. Quería recordar qué estaba haciendo cuando su fantasma intentó matar a su madre. Iba en el auto con Alfonso. Durante el trayecto no sintió nada extraño. No hasta que llegaron a la casa y encontraron a Dulce y a su madre unidas en un abrazo y lo que parecía ser un beso en medio de la banqueta. Carlos no estaba seguro de lo que vio. Su padre les había tocado el claxon para luego gritarles que para eso había hoteles y soltarse a reír. No se veía molesto. Era un hombre seguro, celoso únicamente de su tiempo. No como Carlos que, encerrado en su habitación, prefería pensar en el hecho de que su alma estuviera haciendo chingaderas mientras él había pasado la mañana con Dulce instalada en su cabeza.

Por más que lo intentaba no podía encontrar una fractura en su flujo de conciencia, un cambio en su percepción del mundo o algo que le indicara una diferencia entre lo que se siente tener el alma fuera y dentro del cuerpo. Solo pudo recordar un breve malestar en el estómago que se había ido con el primer cigarro del día.

Abajo, sus padres y Dulce conversaban. Por las risas que se oían el ambiente no era tenso. Antes de llegar, su padre había comprado un cartón de cervezas. Carlos pensó que le caería bien una, pero no deseaba bajar. A ninguno le había pasado inadvertido el coraje mezclado con miedo con que su madre lo había visto. Si no le reclamó nada fue porque Dulce la detuvo cuando comenzaba a hablar.

—Déjalo. Acuérdate que tú tampoco sabes qué hace tu fantasma.

Carlos se dio cuenta de que ahora se tuteaban. Era normal dado que eran amigas. Por lo que habían visto él y su padre, tal vez algo más. Por eso Carlos también había visto hostilmente a su madre. ¿Los demás lo habrían notado? ¿Serían transparentes sus celos? Carlos se burló de su pensamiento. Unos celos transparentes serían unos que no se podrían ver, igual que el vidrio de una puerta bien limpia. E igual se podía estrellar en ellos si no se andaba con cuidado. Entonces, ¿bajar o no bajar?, ¿cerveza o no cerveza? ¿Podría disimular su incomodidad porque Dulce parecía preferir a su madre? ¿Cómo competir con ella? ¿Se arriesgaría a buscar a Dulce en su trabajo?

No había terminado de elaborar sus preguntas cuando ya se encontraba en la sala buscando una cerveza.

—A que no adivinas, hijo —le soltó Alfonso al verlo⁠⁠⁠—, no solo tu madre es lesbiana y tú eres asesino. Dulce es una cazafantasmas.



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