La nueva humanidad by Law Space

La nueva humanidad by Law Space

autor:Law Space
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción, Novela
publicado: 1984-01-31T23:00:00+00:00


CAPITULO IV

Cuando Patrick terminó de hablar la expresión del rostro de la muchacha había cambiado por completo. Una serenidad sincera irradiaba de sus delicadas y bellas facciones.

—¡Qué horrible debió de ser ese viaje!

—Lo fue, sobre todo en su etapa final. ¡Y yo que estaba deseando llegar a la Tierra para disfrutar de su paz y tranquilidad!

Ella asintió con la cabeza.

—Tampoco nosotros nos dimos cuenta de lo que estaba ocurriendo. Varias familias salimos de Londres un sábado por la mañana para pasar el fin de semana en el campo. Mientras nosotros nos divertíamos la ciudad debió de atravesar una horrible tortura. Luego, el domingo, al atardecer llegaron los robots. Uno de ellos hablaba correctamente el inglés y nos ordenó que le obedeciésemos si queríamos conservar la vida.

Su rostro volvió a oscurecerse, presa de un indecible horror.

—Tommie, uno de nuestros amigos, se echó su escopeta de caza al rostro... No llegó a disparar: uno de aquellos hombres-máquinas le apuntó con una especie de lanzallamas y el pobre muchacho desapareció en medio de una densa columna de humo. ¡Fue espantoso!

Patrick dejó que se serenase. Después preguntó:

—¿Qué hicieron con ustedes?

—Nos condujeron hasta la carretera, donde había una gran cantidad de camiones metálicos, de una estructura que nosotros no habíamos visto nunca. Muchos de ellos estaban ya abarrotados de gente. El silencio era verdaderamente impresionante...

Entornó los ojos, como si estuviese reviviendo el tremendo horror de aquella alucinante escena.

—Nos obligaron a montar en los camiones y nos trajeron aquí. Cuando nos acercábamos a la ciudad, nos quedamos asombrados y un hombre que iba en nuestro coche afirmó rotundamente que había pasado por allí dos días antes sin ver más que un pedazo de hermosa campiña inglesa.

»Nadie se atrevió a decir cómo podía haberse elevado aquella fantástica ciudad en sólo unos días... unas horas. Estábamos tan profundamente impresionados que ninguno emitió opinión alguna.

«Penetramos en la ciudad y, tras haber desembarcado de los camiones, fuimos conducidos a los sótanos, donde, en una especie de salones inmensos había viviendas empotradas en los muros.

»Debían de haber construido una enormidad de ellas, porque fuimos destinados en una cantidad aproximada de diez por casa. Son cómodas, están dotadas de cuanto puede ser necesario para la vida y hasta poseen biblioteca, radio y cuarto de baño...

—¿Es posible?

—Sí. Nosotros, después que el miedo inicial hubo pasado, creímos que éramos prisioneros de alguna potencia extraña que había invadido las Islas Británicas. Ignorábamos, claro es, lo que había ocurrido en Londres. Más tarde, cuando llegaron nuevos prisioneros, corrieron las noticias como reguero de pólvora y pudimos conocer los escalofriantes detalles de lo sucedido en las ciudades.

»En todas ellas había reinado, la matanza general, con aquella especie de lanzallamas de los que le hablé antes. Y las ciudades, abandonadas y muertas, habían sido la última imagen que los pocos prisioneros llegados trajeron con ellos...

Guardaron silencio unos instantes.

—No me lo explico —dijo finalmente él—. Me he estado rompiendo la cabeza intentando encontrar una respuesta adecuada a cada pregunta que este estado de cosas plantea; pero he de darme por vencido.



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