La luz después de la guerra by Anita Abriel

La luz después de la guerra by Anita Abriel

autor:Anita Abriel [Abriel, Anita]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-12-31T16:00:00+00:00


* * *

Vera se paró en el mercado de la plaza Bolívar y compró fruta para Edith y para ella y una botella de whisky para Lola. Ahora que tenía trabajo, podrían permitirse explorar la ciudad. Había museos de arte y el bulevar Sabana Grande estaba flanqueado por elegantes tiendas. Podrían incluso tomar un taxi hasta el Cerro El Ávila para respirar aire puro. Decían que la vista desde lo alto era impresionante, con Caracas rodeada por un valle verde y el mar Caribe al fondo. Y podrían sentarse en cualquier cafetería de la plaza de Venezuela sin que las invitasen a marcharse. Aquel era el lugar favorito de Vera, pero los camareros las miraban con malos ojos si ocupaban una mesa sin pedir como mínimo un plato para compartir o unos vasos de chicha. A veces, cuando por la noche Vera miraba las luces que iluminaban la fuente, se acordaba de Nápoles. Y era casi como si estuviera oliendo aquella combinación de gasolina y tabaco en el ambiente y viera a Marcus cruzando la piazza para sentarse con ellas.

Delante de casa de Lola había aparcado un descapotable de color verde decorado con una franja amarilla de estilo deportivo. Ricardo salió del automóvil justo en aquel momento.

—Buenas tardes —dijo, saludándola y entregándole una maceta con una planta—. Esto es para usted. Es una orquídea del jardín de mi madre.

—Es preciosa, gracias. ¿Pero qué está haciendo aquí? —dijo Vera, aceptando la planta.

—En Venezuela es una cortesía habitual visitar a las mujeres bonitas que se conocen en el baile. —La saludó con una reverencia muy formal—. ¿Me permite pasar?

—¿A la casa? —preguntó Vera.

—No espero en absoluto ser invitado a la alcoba. Imagino que habrá un salón. —Sonrió—. O incluso una cocina, donde pueda tomar un vaso de agua.

Era última hora de la tarde y los demás huéspedes debían de andar ya por la casa. Era totalmente seguro invitar a Ricardo a entrar.

—Pase, por favor. —Vera subió la escalera de acceso—. No es necesario que nos sentemos en la cocina. Hay un salón muy confortable.



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