La ira de los Darwans (Crónicas de Beriand) (Spanish Edition) by Edelweiss D

La ira de los Darwans (Crónicas de Beriand) (Spanish Edition) by Edelweiss D

autor:Edelweiss, D. [Edelweiss, D.]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2013-05-13T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 25 EN EL MERCADO

Dos perros negros de raza pequeña, iban correteando por la ciudad de Beriand parecían bien alimentados, de ojos traviesos y pelaje brillante. Se mordisqueaban entre ellos felices de disfrutar de un inopinado tekar en libertad, por aquellas bulliciosas calles llenas de luz y color. Donde casi siempre solía haber mercancía para olisquear, morder o quizás también las dos cosas a la vez, si surgía la ocasión. Era tekar de mercado y habían habilitado una plaza de tamaño mediano para dicho evento. Uno de los perros se sintió terriblemente atraído por uno de los puestos de verduras, había un olor deliciosamente atrayente.

Uhm…, que bien huele. Pensaba uno de los perrillos poniéndose sobre sus dos patas traseras de pie, moviendo el rabo para recorrer de forma graciosa de punta a punta la tarima con sus dos patas delanteras mientras parecía sonreír al descuidado verdulero donde se hallaban expuestos unos jugosos tomates maduros junto con diferentes verduras y frutas de diversas procedencias. Había telebans, salkochis y pergas.

-Ja ja ja – Rieron algunos de los que allí presenciaban la escena, un perro andando a dos patas y otro robando telebans.

El verdulero de cara redonda y tez colorada con un ligero sobrepeso, no hizo caso al principio, ya que estaba calculando mentalmente cuantos enzotis debía devolverle a una mujer. Pero finalmente se acercó a mirar, movido por la curiosidad ya que las risas no parecía que fueran a cesar nunca.

-Eh, no sabíamos que tenías a dos nuevos ayudantes. – Bromeó un comprador señalando a los perrillos. Uno de los perros parecía jugar con un telebans como si fuera una pelota, después lo cogía con la boca como si fuera un terrible contrincante que hubiera cazado, posteriormente lo tiraba al suelo dándole con las dos patas para que rodara. El otro en cambio después de haber recorrido la tarima, se había decantado por robar un tomate que sujetaba con las dos patas mordisqueándolo por diversos frentes, no muy satisfecho con el sabor.

-Sinvergüenzas ¿Qué hacéis aquí? – Les gritó enfurecido el verdulero, estos como réplica, le ladraron ofendidos por la interrupción, pero viendo que aquel humano esgrimía un objeto parecido a un palo de modo amenazador, optaron por huir de allí. Viendo por anticipación, lo que se les avecinaba. El tendero los persiguió esgrimiendo su arma, pero cuando ya estaba a un paso de capturar a los dos perrillos, notó un fuerte puñetazo en la barbilla. Se giró hacia el agresor y vio a Lankor que lo miraba con ira.

-¿Querías matarlos? Maldito ¿Cómo te atreves? – Le espetó en voz alta, viendo con satisfacción, como la gente se arremolinaba a su alrededor. El tendero se calló, le ardían las mejillas y se sentía algo mareado y torpe.

-Yo...yo - Dijo balbuceando el tendero.

-Mira el tacaño querer matar a unos perrillos indefensos por un telebans y un tomate. – Dijo una mujer mayor por el fondo, con un tono de voz que indicaba desprecio.

-Aquí no queremos asesinos de perros. – Gritaban otros exaltados. – Fuera, fuera de aquí.



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