La historia de las aventuras de Joseph Andrews by Henry Fielding

La historia de las aventuras de Joseph Andrews by Henry Fielding

autor:Henry Fielding [Fielding, Henry]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1742-01-01T00:00:00+00:00


XVII. Acerca de la conversación entre Mr. Abraham Adams y el tabernero; conversación que, dado lo encontrado de sus opiniones, parecía augurar una catástrofe que se evitó gracias a la oportuna aparición de los amantes.

«Le aseguro», dijo el tabernero, «que no es usted la primera persona a quien nuestro hacendado ha hecho promesas que luego ha dejado de cumplir. Es tan famoso que ninguno de los que le tratan tiene en cuenta su palabra. Prometió a los padres de un muchacho hacer de su hijo recaudador de contribuciones. Aquella pobre familia consiguió con muchos sacrificios que el chico aprendiera a escribir y a llevar cuentas, capacitándole para el empleo. Al muchacho se le subieron las esperanzas a la cabeza: no quería salir al campo ni trabajar en cosa alguna con las manos y vestía impecablemente, con camisas de Holanda que se mudaba dos veces a la semana. Así siguió durante varios años, hasta que se fue a Londres, pensando en recordarle allí sus promesas al hacendado. Pero no consiguió verlo nunca. Al quedarse sin dinero frecuentó malas compañías, se hizo delincuente y al final lo deportaron a las colonias. Su madre murió de tristeza. Le contaré también otra historia: un vecino mío, agricultor, tenía dos hijos que trabajaban con él. Los dos chicos eran muy simpáticos y al hacendado se le metió en la cabeza que el pequeño siguiera la carrera eclesiástica. Convenció al padre para que lo mandara a la escuela, prometiendo ocuparse luego de su educación universitaria y de conseguirle un beneficio cuando llegara el momento. Después de siete años en la escuela, cuando el padre lo llevó al terrateniente con una carta del maestro asegurando que estaba preparado para la universidad, en lugar de cumplir su promesa, milord le dijo a un vecino que el muchacho había aprendido mucho, pero sería una lástima que no lo mantuviera en Oxford cuatro o cinco años más; para entonces, si podía conseguirle una cura de almas, haría que lo ordenaran. El granjero dijo que ‘No estaba en condiciones de hacerlo’. ‘En ese caso’, contestó el hacendado, ‘siento que le haya dado usted una educación tan buena, porque si no puede ganarse la vida con ella más bien le incapacitará para cualquier otra cosa. Su otro hijo, que apenas sabe firmar, se defenderá con el arado y la sementera mejor que éste’. Y así resultó; porque el pobre muchacho, al no encontrar a nadie que le ayudara a continuar su educación y sin ganas de trabajar con las manos, se dio a la bebida, aunque antes nunca probaba el alcohol. En muy poco tiempo, debido en parte a la pena y en parte a la calidad del aguardiente, murió de consunción. Y le puedo contar más: hubo también una joven, la más guapa de todos los alrededores, a quien engatusó para que fuera a Londres, prometiéndole un buen empleo en casa de una de las señoras de la aristocracia. En lugar de cumplir su palabra, hemos sabido después que milord tuvo un hijo de ella y la muchacha se dedicó a la prostitución.



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