La herida íntima by Nicholas Blake

La herida íntima by Nicholas Blake

autor:Nicholas Blake [Blake, Nicholas]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga, Novela
editor: ePubLibre
publicado: 1968-11-14T16:00:00+00:00


* * *

Ella volvió a triunfar: mi cuerpo seguía siendo su esclavo. Un silbido y allá voy, muchacha. Luego podía rebelarme contra mi servidumbre, contra la idea de ser arrastrado hasta descender al nivel de Harriet (esta vez el nivel era el piso de la casita, donde nos lastimamos mutuamente como animales salvajes). Pero mi rebelión se mitigaba con la ternura que, para mí, seguía a cada encuentro amoroso. Cada vez, el desnudo objeto sexual se convertía, cuando yacíamos extenuados, en una mujer: vulnerable, inexplicable, pero mi querida cómplice, una cómplice más intrigante porque nunca le tenía absoluta confianza.

Pocos días después, los tres nos encontramos en el bar Colooney. Dije que al día siguiente iría a Ennis y Harriet, que parecía algo preocupada, pronto me pidió que la llevara a su casa. A Flurry le dijo que le dolía la cabeza, y lo dejamos embriagándose en el bar.

A mitad de camino me pidió que parase el auto. Supuse que deseaba hacer el amor en el asiento trasero, como muchas otras veces, pero dijo:

—¿Me comprarías algo en Ennis, querido?

—Sí. ¿Qué quieres: un collar dorado?

—Necesito un poco de quinina.

—¿Quinina?

—Sí. Tiene que ser en polvo.

—¿Pero por qué?

—No quiero comprarla aquí.

—¿Para qué quieres quinina en polvo, mi amor?

—Ya que te empeñas, estoy embarazada —contestó sin ambages.

Lo primero que pensé —y me avergüenzo— fue: el truco de siempre. Luego sentí remordimientos y miedo.

—¿Estás segura, cuánto hace que…?

—Dos meses.

—Debías habérmelo dicho, querida. Fuimos unos locos por no usar…

—Hiciste la macana —contestó, de buen humor—. Pero me basta con un solo Dominic.

¿Era todo mentira? De repente no me importó saberlo. Me invadió la ternura y sentí un absurdo deseo de protegerla.

—¿Pero no es peligroso lo que quieres hacer?

—Ya me dio resultado.

—¿Quinina en polvo?

—Sí.

—¿De quién era la criatura? —pregunté desconfiado—. Creí que Flurry no…

—No te importa. Consígueme eso. Pensé que con la caída del caballo era bastante.

—¿Y si esta vez no resulta?

—Haré como si fuera de Flurry: un milagro como el de no-sé-quién, en la Biblia.

Eso me dejó sin aliento. ¡Encajarle el bulto a Flurry! Pero también me sentí aliviado.

—¡No podrías hacer eso!

—Ya lo hice.

—¿Qué quieres decir?

—¿No entiendes? Le di la ocasión a Flurry de pensar que el hijo podía ser suyo; hace un mes.

—Pero creí que…

—Todavía puede. Apenas.

Todo esto me apabullaba. Otra vez cambió mi imagen de Harriet. Si realmente hubiese querido escaparse conmigo, su embarazo le serviría para decidirme y no para engañar a Flurry.

—Parece que has pensado en todo —le dije de mal talante—. Pero podrías habérmelo dicho antes.

—Para que me abandonaras, ¿no? Qué buena excusa sería.

—De todos modos tengo que volver pronto a casa —repliqué irritado por su voz acusadora.

—Por hoy basta de problemas. Así conseguí tenerte un mes o dos más —lo dijo con tal tristeza y falta de artificio que casi me hizo llorar. Luego su humor volvió a cambiar—: Por lo menos podrías decirlo, aunque no sea verdad.

—¿Decir qué, querida?

—¿No te gustaría tener un hijo mío?

Otra vez con lo mismo, pensé: la rechazan y vuelve a infiltrarse.

—No… no había pensado en eso.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.