La guerra de los dioses y los hombres by Zecharia Sitchin

La guerra de los dioses y los hombres by Zecharia Sitchin

autor:Zecharia Sitchin [Sitchin, Zecharia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1984-12-31T16:00:00+00:00


Según todos, estos rasgos resultan más finos y avanzados que los de los habituales habitantes del Mediterráneo de aquella época. Y todo esto estaba protegido por una imponente muralla que rodeaba la ciudad (¡milenios antes de Jesús!). Se levantó en mitad de una zanja de más de nueve metros de anchura y dos metros de profundidad, excavada en la roca «sin la ayuda de picos ni azadas» (James Mellaart, Earliest Civilizations of the Near East). Hubo «un desarrollo explosivo… un desarrollo espectacular cuyas causas», dice Mellaart, «aún nos resultan desconocidas».

El enigma de la Jericó prehistórica se agrava con las evidencias de sus redondos silos de grano, uno de los cuales se encontró todavía parcialmente en pie. En una cálida depresión cercana al Mar Muerto, a 250 metros bajo el nivel del mar, en un inhóspito lugar inadecuado para el cultivo de los cereales, se encontraron evidencias de la abundancia de provisiones y del almacenaje continuo de trigo y de cebada. ¿Quién pudo construir esta avanzada ciudad en época tan remota? ¿Y quién vivió en este lugar, a quién sirvió como ciudad almacén fortificada?

En nuestra opinión, la solución a este enigma se encuentra en la cronología de los «dioses», no de los hombres. Se encuentra en el hecho de que este increíble primer asentamiento urbano de Jericó (entre el 8500 a. C. y el 7000 a. C.) se corresponde exactamente con el período que, según Manetón, comprendió el reinado de Toth en Egipto (entre el 8670 y el 7100 a. C.).

Su ascenso al trono, como ya vimos por los textos mesopotámicos, siguió a la Conferencia de Paz. Los textos egipcios dicen de su ascenso que se pronunció «en presencia de los Determinadores de Anu, después de la noche de la batalla» y después de que él ayudara «a derrotar al Viento Tormentoso» (Adad) «y al Torbellino» (Ninurta), y de ayudar más tarde a «hacer la paz entre los dos combatientes».

El período que los egipcios asociaban con el reinado de Toth fue una época de paz entre los dioses, cuando más poblaciones establecieron los anunnaki en relación con la construcción y la protección de las nuevas instalaciones espaciales.

La ruta marítima a Egipto y Tilmun, a través del Mar Rojo, tenía que ser apoyada por una ruta terrestre que permitiera conectar Mesopotamia con el Centro de Control de Misiones y el Espaciopuerto. Desde tiempo inmemorial, esta ruta terrestre llevaba desde el río Eufrates hasta el importante punto de Harran, en la región del río Balikh. Desde aquí, el viajero tenía que elegir entre proseguir hacia el sur y llegar a la costa mediterránea —el camino al que los romanos llamarían Vía Maris («El Camino del Mar»)— o continuar por la ribera oriental del Jordán, a lo largo de la igualmente famosa Calzada del Rey.

La primera era la ruta más corta a Egipto; la última podía llevar al Golfo de Eilat, al Mar Rojo, Arabia y África, así como a la península del Sinaí; también podía llevar a la ribera occidental del Jordán a través de diversos puntos de cruce.



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