La guarida (The haunting) by Shirley Jackson

La guarida (The haunting) by Shirley Jackson

autor:Shirley Jackson [Jackson, Shirley]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Terror
publicado: 1958-12-31T23:00:00+00:00


6

—¡Ya voy, madre, ya voy! —exclamó Eleanor, buscando a tientas la luz—. ¡Está bien, ya voy!

¡Eleanor!, oyó, ¡Eleanor!

—¡Qué ya voy! —repitió irritada—. Aguarda un minuto. Ya voy.

—¿Eleanor?

Entonces reparó, dominada por una horrible impresión que acabó de sacarla de la cama, que estaba en Hill House.

—¿Qué? —exclamó—. ¿Qué? ¿Theodora?

—¿Eleanor? Estoy aquí.

—Ya voy. —No había tiempo de encender la luz; apartó una mesa de su camino, sorprendiéndose del ruido que hizo, y se enzarzó brevemente con la puerta del cuarto de baño que comunicaba sus habitaciones. El cuarto de Theodora estaba iluminado y ella se hallaba sentada en la cama, con el cabello revuelto y los ojos abiertos como platos por el susto de haberse despertado. Yo debo de tener el mismo aspecto, pensó Eleanor, y dijo:

—Aquí estoy. ¿Qué sucede? —Entonces oyó con claridad los sonidos que oía desde que se había despertado—. ¿Qué es eso? —susurró.

Se sentó a los pies de la cama de Theodora. Sólo es un ruido, se dijo, y hace un frío terrible. El sonido proviene del fondo del vestíbulo, cerca de la puerta de la habitación de las niñas, y es espantosamente helador; no es mi madre la que golpea la pared.

—Algo está llamando a las puertas —dijo Theodora.

—Y suena cerca del otro extremo del vestíbulo. Probablemente, Luke y el doctor ya estarán allí para ver qué sucede. —Esto no tiene nada que ver con los golpes de mi madre en la pared, pensó; otra vez estaba soñando.

—¡Bang!, ¡bang! —dijo Theodora.

—¡Bang! —repitió Eleanor y le entró una risa floja. Ya estoy calmada, se dijo, pero tengo frío… Ese ruido es sólo un golpeteo en las puertas. ¿De eso tenía tanto miedo? Bang es como mejor se describe; suena como algo que hacen los niños, no como los golpes de las madres en las paredes pidiendo ayuda, y en cualquier caso, el doctor y Luke están ahí. ¿Se referían a esto cuando hablaban de los escalofríos que te recorrían la espalda? No resulta nada agradable; empieza en el estómago y te recorre de arriba abajo una y otra vez como algo vivo—. Theodora —dijo al tiempo que cerraba los ojos, apretaba los dientes y se envolvía con sus propios brazos—, se está acercando.

—Sólo es un ruido. Un ruido que tiene eco.

Sonaba, pensó Eleanor, como un ruido hueco, igual que un golpe vacío, a la manera de alguien que estuviese golpeando las puertas con una cacerola de hierro o con una barra de metal. Durante un minuto aporreaba regularmente; después se volvía más suave y luego repetía la rápida ráfaga de golpes. Le pareció poder distinguir en la distancia las voces de Luke y el doctor, que llamaban desde algún lugar del piso inferior, y entonces cayó en la cuenta. Así pues, no están aquí arriba con nosotras. Y volvió a oír el hierro que se estrellaba contra una puerta muy próxima.

—Quizá siga avanzando por el otro lado del vestíbulo —susurró Theodora, y Eleanor pensó que lo más insólito de tan indescriptible experiencia era que Theodora también estuviera participando de ella—.



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