La frontera de los dioses by Luis Molinos

La frontera de los dioses by Luis Molinos

autor:Luis Molinos [Molinos, Luis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Historical Fiction
publicado: 2014-02-23T23:00:00+00:00


XIV – LA ESCRITURA

Ese verano fue pasando con la sufrida monotonía del canto de la chicharra.

Los hombres se ejercitaban de mala gana en las primeras horas del día, pero en cuanto empezaban a apretar los calores cada cual buscaba una sombra donde cobijarse hasta la caída de la tarde. Durante las horas del mediodía se hacía difícil hasta desplazarse, el sol caía como una pesada losa sobre la cabeza del que se atrevía a exponerse a sus rayos.

A las pocas semanas de la boda llegaron noticias de que los moros habían efectuado una razia por las tierras de García el trémulo, asolando algunas plazas fronterizas, pasando a cuchillo algunas aldeas y retirándose de nuevo hacia el sur. Esta vez se habían entretenido menos de lo habitual, tal vez tan sólo se trataba de un ensayo para otra aceifa de mayor calado. Las tropas de García apenas si habían podido oponer una leve resistencia.

A Ludovico la vida en el castillo se le hacía pesada y agobiante. Estaba claro que su idea de acercarse a Córdoba, de un modo u otro, no tenía ninguna perspectiva de realizarse en un futuro inminente. Ni tan siquiera le era próximo el consuelo de pelear contra los que le habían causado tanto dolor.

Llevaba ya varios días considerando que no estaba en su ánimo la intención de permanecer otro invierno en el castillo, sin más aliciente que los entrenamientos diarios y sin más desahogos que las brevedades de los martes.

Una tarde, cuando la brisa del norte empezaba a sofocar la abrasadora jornada, cogió del brazo a Ponciano y lo invitó a sentarse en uno de los bancos bajo el porche del cuarto de armas.

- Ponciano -le dijo-, llevo varios días dándole vueltas a la cabeza, y he tomado una decisión, voy a dejar el castro por el momento. He decidido pasar una temporada en San Román, quiero que los monjes me inicien en el conocimiento de la escritura y la lectura.

El miliciano no pareció sorprenderse por la confesión. Su contacto permanente con la tropa, desde su posición de cierta preeminencia, le había desarrollado un sentido de aprehensión de los sentimientos de los hombres y andaba observando en Ludovico, desde hacía varias jornadas, que algo rondaba por la mente del peregrino. Ya fuera porque lo esperaba o porque le pareciera buena cosa, no puso ninguna objeción a la idea.

- Siento que te vayas, aunque confío en que sea un retiro temporal y podamos contar con tu ayuda más adelante. Entiendo que debe ser grande cosa el poder leer esos libros tan llenos de sabiduría, y no menor el poder expresarse y transmitir las ideas en esos signos para mí incomprensibles. Si está a tu alcance acceder a esos conocimientos, no debes dudar, alabo y apoyo tu decisión. Hablaré con don Teodomiro, y seguro estoy de que no encontrará impedimento, él es hombre cultivado y entenderá mejor que nadie tu determinación.

En efecto, el señor del castillo no sólo no se opuso, sino que aprovechó la ocasión para largarle a



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