La fragilidad del crisantemo by José Vicente Alfaro

La fragilidad del crisantemo by José Vicente Alfaro

autor:José Vicente Alfaro [Alfaro, José Vicente]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-09-14T16:00:00+00:00


11

Unos días más tarde, Tokinobu paseaba por la avenida Suzaku Oji, amparado bajo las sombras de los sauces y flanqueado a un lado por el incesante discurrir de los carruajes que ocupaban la parte central de la calle, y al otro por la masa de transeúntes que circulaban por los laterales en una especie de orden caótico.

Acababa de finalizar su acostumbrada jornada de trabajo tras haber patrullado en torno a la puerta de Rashōmon y sus aledaños, y el sol agonizante había teñido de ámbar el cielo del ocaso, creando la ilusión óptica de que los tejados de la ciudad se habían prendido en llamas y de que las pagodas se derretían como esquirlas de cobre fundido. Pese a que en pocos días Tokinobu pondría rumbo al nordeste en calidad de vicegeneral segundo del Ejército Imperial, hasta entonces continuaría desempeñando sus habituales tareas de vigilancia como integrante de la Guardia Ciudadana.

Además de agradecerle la oportunidad que le había dado, Tokinobu se había llevado una grata impresión del nuevo comandante. Tamuramaro era más bien delgado, aunque de extremidades fuertes y membrudas, y cejas muy espesas bajo las cuales se enmarcaba una mirada ambiciosa y analítica, que constituía un fiel reflejo de su personalidad arrolladora. Aunque no gozaba de demasiada experiencia al mando de un ejército numeroso, sí que contaba en cambio con una extraordinaria formación como estratega. Y su insultante juventud, lejos de jugar en su contra, lo hacía más bien a favor, pues sus conocimientos tácticos no se limitaban a la consabida tradición china, de probada ineficacia contra los emishi, sino que también contemplaba estrategias militares mucho más novedosas, así como la amplitud de miras que el emperador había juzgado clave para afrontar un conflicto que llevaba demasiados años enquistado. Tamuramaro, además, no era el tipo de general que se quedaba en la retaguardia dando instrucciones, sino que solía situarse en primera línea de combate para servir de ejemplo a sus efectivos.

Como guerrero vocacional, Tokinobu no podía sentirse más entusiasmado ante la desafiante misión que el mismísimo emperador le había encomendado, y tan solo temía no estar a la altura de las circunstancias. Más allá de haber escuchado las viejas historias que su propio padre le había contado sobre sus enfrentamientos con los coreanos, y de haber leído el clásico chino El arte de la guerra, Tokinobu no respondía al perfil de un estratega, sino más bien al de un soldado extraordinariamente formado para el manejo de la espada, el arco y la flecha, y el combate cuerpo a cuerpo cuando se hacía necesario. En todo caso, él se pondría a la completa disposición de Tamuramaro para que este aprovechase sus cualidades de la forma que mejor considerase.

De pronto, una serie de gritos e insultos malsonantes llamaron la atención de Tokinobu. A su derecha, al fondo de una sucia bocacalle sin salida, tenía lugar una pelea de gallos que había provocado una agria disputa entre dos apostantes, que se encontraban a punto de llegar a las manos. Sin pensárselo dos



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