La Estrella de Medianoche by Marie Lu

autor:Marie Lu [Lu, Marie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-12-31T16:00:00+00:00

Si tu barco es capaz de capear los mares tormentosos desde las Islas de las Brasas hasta las Tierras del Cielo, te encontrarás navegando por aguas de lo más tranquilas, tan tranquilas que puedes estar en peligro de quedar varado.

Extracto de los diarios del capitán Morrin Vora

Adelina Amouteru

Las siguientes mañanas amanecen grises, cubiertas por las últimas nubes persistentes de la tormenta de Sergio. Navegamos durante cinco días antes de llegar a las Cataratas de Laetes, que separan las Tierras del Sol de las Tierras del Mar. Después, seguimos el cañón durante un día entero hasta que llegamos al punto en que el océano se vuelve a unir y por fin doblamos el cabo. De vez en cuando vemos baliras volando por encima de la enorme boca abierta del cañón, tan majestuosas como las recordaba; aunque también parecen exhaustas, su vuelo más lento, el resplandor de sus cuerpos traslúcidos es en cierta medida más tenue. Miro el agua que cae a raudales por el cañón. El agua parece tan extraña como cuando nos fuimos, de un tenebroso color casi negro, como si las tonalidades de la vida estuviesen siendo aspirados de sus profundidades.

Aunque Violetta y yo estamos en el mismo barco, y aunque Sergio la visita varias veces al día… nunca pregunta por mí. Desde luego, no estoy dispuesta a ir a verla yo primero, a darle el placer de echarme de su lado. Pero cada vez que Sergio sale de su camarote, estoy ahí esperando, observando. Cada vez, él me mira y niega con la cabeza.

Esta noche no puedo dormir. El silencio del mar abierto es demasiado fuerte, le da demasiado espacio a los susurros en mi mente. Me he bebido dos tazones del brebaje de hierbas y aun así su cháchara continúa, sus voces me sacan de mi sueño una y otra vez hasta que por fin me doy por vencida y salgo de mi camarote.

Deambulo hasta la cubierta yo sola. Incluso los marineros encargados de los mástiles están dormidos a estas horas y el mar está tan quieto que apenas oigo el chapoteo de las olas lamiendo el casco de nuestro barco. A poca distancia de nosotros, navega el barco tamurano que transporta a Raffaele y a los Dagas, varios farolillos desperdigados por él brillan en la noche. Levanto la vista de su barco hacia el cielo. La noche está despejada. Las estrellas salpican la oscuridad en lo alto, constelaciones familiares de los dioses y los ángeles, mitos y leyendas de hace mucho tiempo, capas y capas tan densas que el cielo entero centellea. Esta noche, el océano refleja su luz, de manera que vamos navegando por un mar de estrellas.

Mi ojo se posa en una constelación consistente en un medio círculo y una línea larga. La Catarata de Laetes. Si lo que Raffaele nos ha dicho es verdad, no duraremos mucho en este mundo con nuestros poderes. Independientemente de lo que suceda, de si nuestro viaje es un éxito o si morimos por el camino, abandonaré este mundo sin poderes.

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