La espada del arcángel by Nalini Singh

La espada del arcángel by Nalini Singh

autor:Nalini Singh [Singh, Nalini]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2011-08-31T16:00:00+00:00


20

Honor hizo lo que le pedía porque Vivek, estuviera de mal humor o no, jamás le hacía perder el tiempo. No cuando sabía lo importante que era aquello para ella.

Las imágenes procedían de un reportaje de tráfico de una de las emisoras de televisión locales. De pronto, la efervescente reportera rubia empezó a gritarle al cámara que enfocara algo más de cerca.

Cuando el cámara lo hizo, lo primero que vio Honor fue el brillante cabello platino de la mujer que corría por la calle. Tenía las piernas largas y una elegancia extraordinaria. Un instante después, el motivo del apremio de la reportera se hizo evidente: había un hermoso espécimen masculino que perseguía a la mujer con la rapidez y la ferocidad de una pantera. Su camisa estaba salpicada de sangre.

Honor estaba fuera de la ciudad cuando tuvo lugar aquella infame persecución por Manhattan, y aunque había leído algo sobre el tema, nunca había llegado a ver el vídeo. En las imágenes siguientes Elena sacó un arma y se volvió como si fuera a disparar a Dmitri… pero justo en ese momento, una preciosa motocicleta negra frenó en seco a un par de pasos de distancia.

La cazadora se subió a la moto y se agarró con fuerza al conductor mientras se alejaban del peligro a toda velocidad. Dmitri, cuyo pecho apenas se movía a pesar de la intensidad de la persecución, se quedó en la acera… y le lanzó un beso a Elena.

—Ese —dijo Vivek con tono preocupado y serio— es el tío que te pone cachonda. Ellie me dijo que le cortó el cuello y que a él le gustó.

A Honor se le puso la piel de gallina y notó un escalofrío que recorrió su espalda de arriba abajo.

—En ocasiones —dijo mientras pensaba en la violencia que había percibido en Dmitri, en su despreocupada crueldad—, la lógica no sirve de nada.

Vivek abrió la boca para replicar, pero al parecer se pensó mejor lo que iba a decir.

—Limítate a tener mucho cuidado, ¿vale? Y si alguna vez necesitas desaparecer, lo único que tienes que hacer es decírmelo. —Se acercó a otro de los ordenadores antes de que ella pudiera responder—. Estoy transfiriendo los datos aquí también. Pondré en marcha algunos algoritmos de búsqueda para revisar el archivo utilizando palabras clave mientras tú examinas los correos electrónicos.

Pasaron veinte minutos antes de que Honor lo encontrara: una cadena de correos escondidos entre los comerciales. El título del asunto parecía el nombre de un proyecto inofensivo. La única razón por la que lo había mirado era que estaba fechado al comienzo de su período de cautividad.

El primer mensaje decía: «¿Te han enviado una invitación?».

La respuesta era sencilla: «Te llamaré».

Dos días después: «Hacía un siglo que no me sentía tan vivo».

La respuesta: «Había olvidado lo que era dar caza a mi presa».

Sin embargo, lo cierto era que aquellos cobardes no habían cazado nada. Se habían limitado a aprovecharse de una mujer atrapada, a merced de sus sucios placeres.

Con palpitaciones en las sienes, Honor comprobó la dirección de correo del amigo de Tommy.



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