La Elección by Alissa Brontë

La Elección by Alissa Brontë

autor:Alissa Brontë [Brontë, Alissa]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-03-31T16:00:00+00:00


9

El resto del día, Paula se obligó a mantenerse ocupada con temas de trabajo; temporalmente debía hacer las funciones de Mónica. Durante el descanso para el café, Mandy le había dado la enhorabuena por un puesto que ya consideraba suyo.

Ambas sonreían.

—Es guapo el ruso, e intimidante —comentó Mandy como si nada mientras daba un sorbo al café.

Precisamente el único tema del que Paula no quería hablar.

—Sí, es guapo y educado; además, es inteligente, y eso, amiga mía, lo hace muy peligroso.

—Me gustaría probar ese peligro —masculló Mandy—. ¿Qué pasó el otro día?

Paula sonrió. Ella había estado cerca de probarlo, demasiado cerca, dos veces.

—Nada, asuntos de trabajo —mintió.

—Karen dice que lo ha visto salir del despacho de Mónica, el que ahora ocupa y que pronto será tuyo, camino del baño —sonrió de nuevo—, y me ha dicho que lo que se percibía bajo sus pantalones no era normal —acabó escandalizada.

—Me imagino que un hombre de su tamaño lo tendrá todo acorde…

Las dos rieron, cada una por una razón diferente. Paula había sentido su miembro pegado a su cuerpo y, desde luego, parecía que guardaba proporción con su constitución.

—Tengo una cita —confesó Mandy.

—¿Tienes una cita? ¡Me alegro! ¿Quién es? ¿Lo conozco?

—Es Fede.

—¿El de Recursos Humanos? ¿Ese mismo Fede del que te he oído decir burradas mil veces?

—Ajá —murmulló ella tras su vaso de café, que usaba de parapeto.

—¿Entonces…?

—Nos encontramos de casualidad a la salida del centro comercial, me invitó a un café y, bueno…, resulta que es superencantador, además, es mono. No es el ruso…, pero para mí está bien.

—Me alegro, Mandy, espero que te vaya bien.

El café acabó. A Paula le habría gustado poder contarle algo a su asistente de lo que le había sucedido, pero nunca había hablado con nadie de lo que le había ocurrido de pequeña, así que dejaba que todos creyesen que era una puta frígida incapaz de entrar en calor.

Sin poder alejar a los hombres de su mente, decidió ocultarse detrás de su montaña particular de papeles hasta la hora de la comida.

—Come conmigo —le pidió Sasha.

Paula estuvo a punto de decirle que no, aunque deseaba su compañía. Por extraño que pareciese, le recordaba a su Herr, aunque Sasha era ruso y el Herr tenía un leve acento alemán… Aun así, se lo recordaba, y su cuerpo anhelaba al Herr.

—Solo una comida entre compañeros —insistió él.

—Está bien, comeré con el jefe —sonrió ella, más relajada.

Tal vez funcionase, tal vez pudiese estar a su lado calmando su cuerpo lo bastante para aguantar hasta la noche sin perder la razón.

No entendía qué le había hecho el Herr para no poder sacarlo de su mente. Bueno, en realidad sí lo sabía: era el único con el que había perdido la razón lo bastante como para tener un orgasmo.

Sasha la llevó a un pequeño restaurante lo suficientemente cerca del trabajo como para llegar a pie y lo bastante lejos como para no encontrarse con alguien de la oficina. No le apetecía que los interrumpiesen. Aunque lo normal en su vida



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