La Corona by D. H. Lawrence

La Corona by D. H. Lawrence

autor:D. H. Lawrence [Lawrence, D. H.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1915-01-01T00:00:00+00:00


5

LAS NUPCIAS DE LA MUERTE Y EL BUITRE ACOMPAÑANTE

Para aquéllos que están en prisión, cuyo ser está prisionero dentro de las paredes del hecho sin vida, sólo hay dos formas de triunfo: el triunfo de la inercia, o el triunfo de la Voluntad. No hay ningún florecimiento posible.

Y la experiencia en routed[5] de cualquiera de los dos triunfos es la experiencia del sensualismo.

Los muros de piedra no tienen por qué crear una prisión: es decir, no una prisión absoluta. Si el gran sol ha brillado en el alma de un hombre, ni siquiera las paredes de una prisión pueden bloquearlo. Aunque los muros de una prisión, a menos de que fueran un refugio temporal, sean cosas mortales.

Así pues, si estamos prisioneros dentro de los muros del hecho realizado, de la experiencia o el conocimiento, estamos realmente encarcelados. Al final, el sol vivo no es admitido. Un falso sol, como una lámpara, brilla.

Todos los absolutos son muros de prisión. Estas «leyes» que la ciencia ha inventado, como la conservación de la energía, la indestructibilidad de la materia, la gravitación, la voluntad-de-vivir, la supervivencia de los más fuertes, e incluso estos hechos absolutos, como «la tierra gira alrededor del sol, o los inciertos átomos, los electrones, o el éter» son todos muros de prisión, a menos que comprendamos que desconocemos su significado. No sabemos lo que significa, en definitiva, conservación, o indestructibilidad. Nuestros átomos, electrones, éter, son gorras que nos sientan muy mal. Y nuestra Voluntad-de-vivir contiene un germen de suicidio, y nuestra supervivencia-de-los-más-fuertes el germen de la degeneración. En cuanto a la tierra girando alrededor del sol, gira como la sangre gira dando vueltas por mi cuerpo, de manera absolutamente misteriosa, con la rapidez y la indecisión de la vida.

Pero el ego humano, en su quisquillosa arrogancia, establece estas cosas como absolutas, y a menos de que reacciones con fuerza y a tiempo, serán los muros de tu prisión para siempre. Tu espíritu será como una abeja muerta en una celda.

Una vez que estás prisionero, no te queda ninguna experiencia, salvo la experiencia de la reducción, la destrucción interior. Tu sensualismo es sólo el olor de tu putrefacción.

Esta reducción dentro del yo es sensualismo. Y el sensualismo, por supuesto, es progresivo. No puedes tener tu pastel y comértelo. Para tener una sensación, te comes el pastel. Es decir, para tener una sensación, reduces alguna parte de tu compleja psique, física y psíquica. Tienes un destello, como cuándo enciendes una cerilla. Pero una vez encendida la cerilla, no puedes volver a encenderla. Se ha acabado —el sensualismo es un proceso exhaustivo.

La resolución es progresiva. Aparentemente puede seguir ad infinitum. Pero en el infinito significa lo que nosotros llamamos muerte total, la nada absoluta, los opuestos liberados de la oposición y de la conjunción, hasta que no queda nada, sólo la misma nulidad.

El sensualismo progresa en el individuo. Ésta es su perdición. Ésta es la perdición del sexo egoísta. La excitación sexual egoísta significa la reacción de los sexos uno contra otro en una pura actividad reductora.



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