La confianza en Dios by Jacques Philippe

La confianza en Dios by Jacques Philippe

autor:Jacques Philippe
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2013-02-05T16:00:00+00:00


Capítulo 5

La misericordia infinita de Dios

Una persona me hizo la siguiente pregunta: ¿cómo combinar la actitud de infancia a la que Teresa nos invita, con la necesidad de sobrevivir en un mundo donde la fragilidad y la debilidad pueden dejarte fuera de juego rápidamente?

En mi opinión, creo que no solo es necesario sobrevivir, sino vivir en este mundo, de manera positiva y confiada. Añadiría además que nunca ha sido fácil practicar el Evangelio en sociedad. Pensemos en los primeros cristianos a quienes, inmersos en un universo pagano, no les resultaba nada fácil. Jesús evoca en el Evangelio esta situación permanente de tensión entre los valores cristianos y los de la sociedad, cuando dijo: «¡Os envío como ovejas en medio de lobos!». ¡Con todo realismo! Esto no significa que uno vaya a dejarse devorar sistemáticamente; Dios sabrá ser a menudo nuestro protector y nuestro refugio. Jesús añade en el Evangelio de san Juan: «En el mundo tendréis que sufrir, pero tened valor, pues he vencido al mundo». No se trata de despreciar al mundo tal cual, sino de permanecer alerta frente a lo que es malvado en el espíritu del mundo, y sobre todo saber que Jesús lo ha vencido. Jamás debemos perder la confianza.

La consigna base que Jesús da a estas ovejas enviadas en mitad de los lobos es la de ser «astutas como serpientes y cándidas como palomas» [69]. Es necesario, pues, intentar poner en práctica las dos actitudes. Por una parte la sabiduría, la inteligencia, no decir cualquier cosa a quien sea, saber a veces protegerse, o más bien proteger aquello que nos es preciado y bello, ser lúcidos, adultos, emprendedores en el mundo actual. Pero guardar un corazón puro al mismo tiempo, un corazón de niño. Teresa dijo a Jesús en una de sus poesías: «Como un niño pequeño quiero amarte, como un bravo soldado luchar quiero» [70]. En este mundo hay que luchar, pero manteniendo el corazón puro, y esto es posible. No dejemos que se instalen en nosotros reacciones negativas como el miedo, la inquietud, los mecanismos de defensa, la amargura, el resentimiento, los intereses egoístas, o incluso las dobles actitudes de cálculo político... ¿Cómo es posible esto? Poniendo en práctica el mensaje de Teresa: la simplicidad, el abandono confiado, la humildad, la fidelidad a la plegaria... Dios guarda nuestro corazón cuando se lo volvemos a entregar una y otra vez. Lo purifica, lo renueva, lo calma.

Cuando Jesús envía a sus discípulos a una misión les dice a la vez: «guardaos de los hombres» [71] y «no les tengáis miedo» [72]. Sed prudentes y no caigáis en el miedo. Les pide que vayan en la pobreza, la precariedad, sin llevar dinero ni túnica de muda, y les dice además algo mucho más profundo, que no destacamos lo suficiente: «Nada podrá haceros daño» [73].

Incluso en un mundo difícil y marcado por el mal, nuestro corazón puede seguir siendo puro si pertenece a Dios, si ama a Dios y practica lo que hemos visto estos días. No siempre es cómodo, pero sí posible, y Dios proporciona su gracia en función de sus dificultades.



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