La Batalla De Kadesh by Christian Jacq

La Batalla De Kadesh by Christian Jacq

autor:Christian Jacq
La lengua: es
Format: mobi, epub
publicado: 2011-01-20T21:26:10+00:00


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Uri-Techup, Hattusil, Putuhepa, el sumo sacerdote del dios de la tormenta, el de la diosa del sol, el jefe de los obreros, el inspector de los mercados y los demás dignatarios del imperio se habían reunido para escuchar el discurso del emperador.

El fracaso del plan de desestabilización de los protectorados egipcios había turbado los espíritus. Nadie dudaba de que el culpable hubiera sido el general Baduk, muerto de un modo trágico; ¿pero qué política preconizaría Muwattali? El clan de los militares, alentado por el ardoroso Uri-Techup, deseaba un enfrentamiento directo y rápido con Egipto; el de los mercaderes, cuyo poder financiero era considerable, prefería que se prolongara aquel estado de «ni guerra ni paz» favorable al florecimiento de los intercambios comerciales. Hattusil había recibido a sus representantes y aconsejado al emperador que no desdeñara su punto de vista. Hatti era un país de paso, por el que circulaban caravanas que debían pagar grandes tasas al Estado hitita y alimentaban así la casta militar. ¿Acaso un asno mediano no transportaba 65 kilos de mercancías diversas y hasta 80 kilos de tejidos? Tanto en las ciudades como en las aldeas, los mercaderes habían establecido verdaderos centros comerciales y puesto en marcha un eficaz sistema económico, gracias a las listas de género, a las instrucciones de transporte, a los contratos, a los reconocimientos de deuda y a particulares procedimientos judiciales. Si, por ejemplo, un mercader era convicto de asesinato, evitaba el tribunal y la cárcel pagando muy cara su libertad.

El ejército y el comercio: esos eran los dos pilares del poder del emperador. No podía prescindir ni de uno ni de otro. Puesto que Uri-Techup se convertía en el ídolo de los militares, Hattusil se encargaría de ser el privilegiado interlocutor de los mercaderes. Por lo que a los sacerdotes se refiere, estaban bajo la égida de su esposa Putuhepa, cuya familia era la más rica de la aristocracia hitita.

Muwattali era demasiado perspicaz para no haber percibido la intensidad de la solapada lucha que oponía a su hijo y su hermano. Concediéndoles a cada uno de ellos un campo de influencia limitado, satisfacía su ambición y controlaba la situación, pero ¿por cuánto tiempo? Muy pronto tendría que decidir.

Hattusil no era hostil a la conquista de Egipto, siempre que no consagrara a Uri-Techup como héroe y futuro emperador; necesitaba pues asegurarse más amistades en el ejército y socavar el poder de Uri-Techup. ¿No sería, para el hijo del emperador, una hermosa muerte en combate el más envidiable destino?

Hattusil apreciaba el modo de gobernar de Muwattali y se habría limitado a servirle si Uri-Techup no se hubiera convertido en una amenaza para el equilibrio del imperio.

Muwattali no debía esperar de su hijo respeto ni gratitud; entre los hititas, los vínculos familiares sólo tenían una importancia relativa. Según el legislador, el incesto era una práctica aceptable, siempre que no causara perjuicios a nadie; por lo que a la violación se refiere, no se castigaba con pesadas penas y ni siquiera era merecedora de sanción alguna si existía la menor presunción de consentimiento de la mujer agredida.



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