La Batalla de Creta by Antony Beevor

La Batalla de Creta by Antony Beevor

autor:Antony Beevor [Beevor, Antony]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Historia
ISBN: 9788484323976
publicado: 2010-11-14T23:00:00+00:00


17 - Los comandos de Laycock y la fuerza de reserva

26 y 27 de mayo

Después de que se hubiera desvanecido el último rayo engañoso de esperanza en Galatás, el general Freyberg comprendió que debía avisar a Wavell de que Creta iba a caer. Pospuso la redacción del mensaje correspondiente hasta la mañana del día siguiente, 26 de mayo. Comenzaba así: «Lamento tener que comunicar…». Probablemente fue una de las tareas más ingratas que tuvo que cumplir en su vida.

Una tarea que seguramente no simplificaron las exhortaciones conmovedoras de Churchill que seguían llegando de Londres, ni la matemática simplista del servicio de inteligencia militar de El Cairo, que estimaba que seguían gozando de superioridad numérica. Pero en parte era culpa suya: no había comunicado con la suficiente claridad a El Cairo ni a Londres la rapidez con que había caído Máleme. Los circunloquios de sus mensajes daban la impresión de que seguía disputándose la posesión del aeródromo aún después de que los alemanes hubieran establecido en él su puente aéreo.

El cuartel general de Oriente Medio trató de enviar aviones Blenheim y Wellington para que bombardearan la pista de aterrizaje, pero llegaron demasiado tarde y en número demasiado escaso para que su influencia fuera decisiva. Pese a un breve rebrote de la moral a raíz de una razzia aérea efectuada el 25 de mayo, la RAF volvía a ser blanco de todas las burlas y sus iniciales se descifraban en forma de epítetos malsonantes.

El lunes 26 de mayo, la nueva línea, establecida al oeste de Canea, aguantó, aunque a duras penas y gracias a su buena fortuna. Poco después de las 13.00, la Luftwaffe bombardeó y ametralló a un batallón del 85.° regimiento de montaña por error durante cincuenta minutos, lo que desmoralizó considerablemente a las tropas alemanas en todo el frente e indujo a la cautela a sus jefes. El batallón desafortunado avanzaba por las colinas en dirección a Perivolia donde, según comunicaron a Freyberg, el 2° regimiento griego se estaba desintegrando. Fue uno de los factores que le convencieron de que pronto la bahía de Suda estaría en el punto de mira de los alemanes.

Junto a los griegos y cerrando el paso en el extremo del valle Prisión se encontraban los dos batallones australianos, el 2/8.° y el 2/7.°, nuevamente bajo el mando del comandante de brigada Vasey, al igual que la 19ª brigada australiana. Más allá, extendidos hasta llegar a la costa, formando una línea de frente ante Canea, se había apostado a tres batallones neozelandeses, mermados y fusionados a medias, entre los que se hallaban los maoríes, al oeste de Daratsos. Mantener a raya al enemigo sobre este frente era especialmente importante para que los buques de guerra pudieran desembarcar víveres básicos y refuerzos en la bahía de Suda aquella misma noche.

Por detrás de este destacamento inseguro y mal atrincherado, los restos de los demás batallones trataban de recuperar fuerzas y reorganizarse. En torno a Suda se hallaba el último escalón militar, desarmado, que había agrupado a casi



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