La búsqueda by Elizabeth Keyplass

La búsqueda by Elizabeth Keyplass

autor:Elizabeth Keyplass
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2019-07-09T22:00:00+00:00


—Oh, ¿nunca tendrán suficiente propaganda? —dije con asombro.

—No lo sé. Otra cosa, María; tu jefa no vendrá hoy, lo hará mañana —dijo Vermont; aún seguía sin apartar los ojos de mí. Su mirada me resultaba inquietante, era como si no quisiese perderse ninguna de mis expresiones.

—¿Estás seguro? —dije con el estómago dando vueltas por la noticia.

—Sí, un par de mis superiores serán los encargados de hacerles la gira —dijo fingiendo una mueca de pena.

—Oh, May, quizá alguno de los jefes de la Cruz Roja pueda ayudarte —dijo Helen.

—May, ¿qué necesitas de la Cruz Roja? —dijo Vermont.

Se me pusieron las mejillas rojas, me sentía enfadada y molesta al escuchar mi diminutivo de alguien tan desagradable como Vermont.

—Oh, yo… Hace casi un año que no sabemos nada de un vecino nuestro. Desapareció el otoño pasado. La última noticia que tenemos de é, es de hace dos meses aproximadamente. Su madre nos dijo que logró escapar de un campo de prisioneros; y desde entonces no sabemos más. No sé si podrán hacer…

—Los de aquí, no creo; están demasiado ocupados con la revista Life. Tengo un amigo en Nueva York que trabaja para la Cruz Roja; rastrear a los prisioneros de guerra es parte de su trabajo —dijo Vermont con seriedad.

Helen y Anna me miraron con caras desafiantes, pero yo las ignoré. Vermont se inclinó para examinar mi cara. Me alisé los cabellos rubios de forma consciente: no recordaba la última vez que usé una barra de labios ni cuándo toqué por última vez un peine.

—Gracias.

—Te mantendré al tanto —dijo Vermont y se marchó hacia su jeep.

Helen ahora me miraba con furia.

—Pero, ¿qué haces? ¿Por qué no le dijiste la verdad? —susurró Helen a sus espaldas.

—Estoy cansada de contar mi triste historia una y otra vez. Ya no sé cuántas veces lo he hecho —protesté.

—Ahora es diferente —dijo Anna con el ceño fruncido.

—¿En qué es diferente? —dije poniéndome a la defensiva.

—En que él va a hablar con su amigo para ayudarte a encontrar a Will, ¿crees que es justo mentirle? ¡Por Dios!, además se te da fatal. Supo que estabas mintiendo desde el primer momento —dijo Helen.

—¿En serio?, ¿supo que mentía?

—Claramente —dijo Anna con convicción.

—Buena suerte para mañana —dijo Vermont desde el jeep—. Ah, fue idea suya parar a por café —dijo señalando a su sonriente compañero.

—Gracias, chicas —dijo su compañero.

—May, tienes que buscarlo y decirle la verdad; lo que has hecho no está bien —sermoneó Helen.

—Tienes razón —dije.

El día era gris. Cuando llegamos al campamento, estaba chispeando. Tenía los ojos hinchados, y era un matojo de nervios. Aquella mañana me despertó Patty, nuestra mascota. Estaba repasando todo en mi cabeza, y rezando para conseguir sorprender a la señorita Donovan. La idea de quedarme atrapada en Inglaterra o volver a casa me tenía aterrada. Aquella mañana, a pesar de mis esfuerzos, no conseguí desayunar, ni tan siquiera podía tragar saliva sin parecer un camello.

—¿Por qué tenía que llover justo hoy? —dije mientras abríamos el camión y empezábamos a atender a la fila de soldados que se empezó a formar frente al mostrador del camión.



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