La Banda De Möbius by Julio Armas

La Banda De Möbius by Julio Armas

autor:Julio Armas [Armas, Julio]
Format: epub
Tags: prose_contemporary
editor: www.papyrefb2.net


Y comencé a escribir.

CAPÍTULO #10

Todavía no habían dado las once cuando el comisario, acompañado por dos de sus números, golpeaba suavemente la puerta de la habitación del hospital. Vero abrió y Antonio pudo ver que su cuñado, aunque seguía con las dos manos vendadas, había mejorado mucho en su aspecto. Tras interesarse por cómo se encontraba, le preguntó si tenía ganas de hablar, a lo que Salvador le contestó que podían hacerlo sin ningún problema. Vero le dejó su silla al lado de la cama y fue a salir de la habitación, pero Salvador le pidió que se quedara.

—Buena putadita, ¿eh? —dijo Antonio, para romper el hielo.

—Y tan buena —respondió Salvador—, como que voy a estar una buena temporada sin pasarme por el frontón.

—Sí, me parece una decisión de lo más acertada —sonrió el policía—. Cuéntame lo que pasó.

Salto comenzó a contar todo lo que había pasado desde el dichoso día en el que Bruna Jalón había entrado en su vida.

—¿Y eso es todo? —preguntó Antonio incrédulo.

—Eso es todo —contestó Salvador mirando a Vero que, sin decir nada, se limitó a asentir con la cabeza.

—¿Y quién es esa Bruja? —siguió preguntando Antonio que, mientras Salvador hablaba, había ido tomando unos datos en una libreta de tapas negras.

—¡No me jodas que ahora vas a empezar tú también! —se enfadó el investigador— ¡Que no tengo ni puta idea, ya no sé cómo decirlo!

—Bien, no te excites, que te va a doler la cabeza. Entonces, dime, ¿quién es esa Bruna Jalón?

—Pues tampoco tengo ni idea. Me imagino —dijo mirando a Vero— que lo único que sabremos de ella serán los datos personales de su ficha, ¿no, Vero?

—Si no son falsos, me imagino que sí —contestó Vero.

—Bien —dio por terminado—, pues hasta que no comprobemos eso no podemos seguir adelante. ¿A qué hora te han dicho que te van a mandar a casa?

—Después de que pasen consulta, a eso de las dos, supongo yo —contestó Salvador.

—Pues entonces hay tiempo.

—¿Tiempo de qué?

—De ir a ver a esa Bruna Jalón. Si contigo han hecho esto me da a mí la sensación de que la siguiente visita de esa gentuza ya sé para quién va a ser.

—Llevas razón —cayó en la cuenta el detective— Vero, que te lleven en el coche a la oficina, recoges los datos de Bruna, se los das a Antonio, vais a verla y venís a contarme cosas cuanto antes, ¿os parece bien?

—Nos parece perfecto —se adelantó a contestar Antonio—. ¿Ordena usted alguna otra cosa, mi alférez?

—¡Venga, no me toques las pelotas! —intentó sonreír Salvador.

—¿No te importa quedarte media hora sólo? —insistió Vero.

—Si no dejáis pasar a los del taladro, no.

—Bobo —le dijo Vero en tono cariñoso y, recogiendo su bolso del armario, salió por la puerta que Antonio mantenía abierta.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.