La araña by Thomas Gifford

La araña by Thomas Gifford

autor:Thomas Gifford [Gifford, Thomas]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1974-12-31T16:00:00+00:00


Peterson lo estaba leyendo por encima de mi hombro. Cuando terminó me miró: —¿Cree que dio resultado?

Dawson apareció en el umbral. Peterson saltó al oír:

—El coronel Steynes.

Por la puerta apareció un hombre en una silla de ruedas, con el motor zumbando, ancho, delgada boca sonriente y pálidas cejas arqueándose sobre unos ojos azul-grisáceos. Una nariz de Sherlock Holmes sobresalía de su estrecha cara como un gancho, el cabello rubio canoso le caía sobre su alta frente. Su voz, ahora libre de la mala conexión telefónica, conservaba aún un ligero toque metálico, fría como la corriente junto al suelo de piedra. Sus piernas estaban cubiertas por una pesada manta de barco.

—Buenas noches, señores, buenas noches y bienvenidos a una más bien inclemente Cat Island. Usted —dijo, rodando hábilmente hacia mí—, es Cooper, naturalmente. Un singular parecido de familia, por los ojos, y permita que le diga cuánto lo siento por su hermano… Y usted —dijo mirando a Peterson— ¿usted es un socio del señor Cooper?

Peterson se presentó y el coronel Steynes nos invita a sentarnos en grandes sillones de cuero junto al fuego Pidió a Dawson que trajera una bandeja con vasos y coñac, whisky, soda y sugirió que mirara en la despensa y nos preparara algo de comer. Nos acomodamos, encendí mi pipa con un fósforo de madera, y me serví un corto whisky con soda.

Mientras esperábamos que volviera Dawson, Steynes demostró ser un brillante y agudo comentarista de los problemas actuales en la política inglesa y de los primeros ministros. Los encontraba lo suficiente decentes, pero «patéticamente débiles». Sonreía al hablar y movía perfectamente sus brazos y manos. Llevaba un elegante bigote rubio-gris sobre el labio superior, tenía profundas arrugas en las mejillas. Su cara estaba curtida por el viento atlántico.

Dawson apareció con una bandeja de bocadillos de rosbif, queso de Silbón, mostaza, tartas de fruta y una cafetera de café caliente. El coronel Steynes nos mandó que llenáramos nuestros platos. Dawson fue enviado a preparar las habitaciones que nos habían asignado y Steynes colocó un cigarrillo Dunhill en una boquilla negra, y empezó a decirnos lo que nosotros queríamos saber.

—Cyril Cooper vino a verme inmediatamente después de entrevistarse con Alistair Campbell en Glasgow. Conozco a Campbell desde que colaboré con él en El Cairo antes del estallido general de la guerra nazi. Su hermano me mostró un recorte de periódico, una fotografía de un hombre llamado Gunter Brendel y de su encantadora esposa Lise, Frau Brendel. Sucede que yo poseo un extenso archivo sobre Herr Brendel, y Campbell lo sabía bien, pero hablaremos de esto más tarde.

—Cyril me dijo quién era, el nieto de Austin Cooper, hecho que yo encontré más interesante y satisfactorio de lo que él posiblemente hubiera imaginado. Su hermano sólo sabía que yo podía darle información sobre Herr Brendel. Él me explicó que de hecho no estaba interesado en el mismo Herr Brendel sino en su joven esposa, Lise Brendel. —Steynes me miró fijamente con sus pálidos ojos por entre el humo del cigarrillo—. Me sugirió una hipótesis singular.



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