(La Albariza De Los Juncos 04) Pachucha Tirando A Mal by Alfonso Ussia

(La Albariza De Los Juncos 04) Pachucha Tirando A Mal by Alfonso Ussia

autor:Alfonso Ussia
La lengua: es
Format: mobi
Tags: sf_history
ISBN: 9788466618014
editor: Ediciones B
publicado: 2005-01-01T00:00:00+00:00


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La responsabilidad impone, a veces, grandes sacrificios. A Churchill le despertaron a las tres de la madrugada en plena batalla de Inglaterra para decirle que sus aviadores habían tumbado a unos cuantos aviones alemanes. Gajes de los estadistas. A mí me han chafado hoy la siesta. A las 5 viene tío Juan José, y había pensado echar una cabezadita, pero me han pedido audiencia Genaro el vaquero y el jardinero Pepillo. El Estado ante todo y el deber por encima de cualquier inclinación.

La entrevista con Genaro, rápida y beneficiosa. Han analizado a la vaca que hacía cosas raras y de loca, nada. Lo más, vaca juguetona. No hay que sacrificar a las demás. La verdad es que llevo casi 63 años viviendo en La Jaralera, y hasta que Genaro acudió a decirme lo de las sospechas de la enfermedad, no me había apercibido de la cantidad de vacas que tengo.

Perona, el administrador, me ha recomendado que ponga cerdos en la dehesa. Está subiendo su cotización como la espuma. Y he comprado treinta verracos y unas doscientas cerdas. Para ocuparse de sus ajetreos he contratado a un porquero, Luismi, que no le pega nada llamarse Luismi, porque tiene una cara de cerdo que se la pisa. Está bien entre ellos, porque Luismi es uno más y no desentona. Me ha dicho Genaro que ya han parido algunas madres y que mi cabaña porcina crece adecuadamente.

Pepillo, tan discreto siempre, me ha venido con una queja. Que Tomás intenta seducir a Flora, por la que es capaz de quitarse la vida. Esta Flora vuelve tarumba a todos. Al Cigala que sigue en el Tercio, y según he sabido, ha aprobado el cursillo de Cabo. A Tomás, a Lucas mi suegro, ahora a Pepillo... Le he dicho que no puedo meterme en asuntos de amores, que luche por su pasión, que no decaiga su ánimo. Pero Pepillo se las trae.

—Pero Tomás tiene enchufe con usted, señor.

El amor hace que hasta los témpanos lloren de susceptibilidad. Le he dado mi promesa de señor de la casa.

—Por mi honor, Pepillo, que no haré nada para inclinar la balanza a favor de Tomás.

No se ha marchado muy convencido, pero sí algo más tranquilo. Para suavizar el ambiente le he preguntado por las flores de primavera y verano, recordándole la prohibición vigente de plantar geranios. Por fin me ha dejado, pero son ya las cinco menos cuarto. En quince minutos, el tarambana de tío Juan José.



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