Justicia by Javier Díez Carmona

Justicia by Javier Díez Carmona

autor:Javier Díez Carmona [Díez Carmona, Javier]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2021-05-31T16:00:00+00:00


33

—¿Qué coño hiciste ayer?

Nerea estaba en la puerta de la habitación con un pantalón empapado entre las manos y el asco impreso en el rostro. Sobre el parquet caían gotas marrones y malolientes, las mismas que, siguiendo sus pasos, dibujaban entre el aseo y el dormitorio un sucio riachuelo. Osmany se incorporó con dificultad. La cabeza no le dolía tanto, pero el frío lo envolvía en un abrazo repulsivo. Tiritando, tomó asiento en el catre y consiguió enfocar con la mirada la ropa abandonada de cualquier manera cuando regresó de su indeseada visita a las aguas del Nervión. Comprendía el enfado de su nuera. Aquello apestaba.

—Lo siento. Déjalo. Yo lo lavo.

—No has respondido a mi pregunta. ¿Qué pasó ayer? —insistió en un tono ligeramente menos arisco del habitual.

—Me caí a la ría.

—¿Qué?

No fue una pregunta. Fue un grito de incomprensión, de angustia. De miedo. Era lógico, pensó el cubano mientras se envolvía con la manta y, haciendo caso omiso del quejido de sus articulaciones, abandonaba el lecho. Pocos meses después de que el cuerpo de su marido apareciera en el fondo del cauce, su suegro seguía el mismo camino. Contarle que saltó voluntariamente para escapar de un par de fascistas rusos no le pareció necesario.

—Me caí. Estaba sentado en la barandilla y resbalé. Los años no pasan en balde.

Nerea no replicó. En su rostro, la duda y la inquietud le afilaban las facciones, le endurecían el rictus de los labios y cubrían sus pupilas de una fina lámina de humedad. Sin palabras, retrocedió sobre sus pasos. Osmany la oyó trastear en la lavadora. Todavía tuvo tiempo de sorprenderse, y maravillarse, cuando oyó que le gritaba desde la cocina:

—¡Quédate con Maider en el salón, que ahora te llevo un café!

Dueño de un optimismo velado por la sospecha de una gripe incipiente, se acomodó en el sofá, junto a la minicuna donde su nieta dormía ajena al repetitivo bullicio del televisor. Cerró los ojos y recostó la cabeza en el respaldo hasta que una frase lo hizo erguirse y prestar atención:

«… Decenas de panfletos con la palabra “Justicia” rodeaban los cadáveres…».

Nerea no estaba viendo uno de los corrillos que absorbían su interés cada mañana. Impreso en grandes caracteres bajo la imagen del locutor se leía: «Especial Informativo».

Siguió escuchando.

«Estamos a la espera de la comparecencia de la consejera de Interior, que ha citado a los medios para dentro de un par de minutos, a las diez de la mañana».

¿Había dormido hasta las diez? La luz que entraba por el balcón y sus escalofríos se encargaron de confirmárselo.

«Mientras tanto, recordemos que el de esta mañana es el tercer empresario asesinado en Bizkaia desde el pasado domingo. Los tres dirigían firmas del sector de la construcción y, en el pasado, los tres se vieron envueltos en conflictos laborales, quiebras y suspensiones de pagos. Aún no hemos podido confirmar si recibieron amenazas con anterioridad, aunque todo indica que sí, al menos en el caso de Leonardo Goikoetxea».

Osmany se inclinó hacia delante, apoyó los antebrazos en las piernas y se ciñó la manta sobre el pecho.



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