Juicio amargo by Elizabeth Power

Juicio amargo by Elizabeth Power

autor:Elizabeth Power
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 1987-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo 7

Los días pasaban en un impetuoso remolino para Raine y, de vuelta en la oficina, mantener su mente en el trabajo era aún más difícil que antes, aunque por razón diferente ahora. Desde el descubrimiento de sus sentimientos por Colt, temblaba cada vez que él la miraba. La alabanza más simple podía hacer que su pulso se acelerara de placer y se dio cuenta de que vivía ahora sólo para las horas en que podía estar en su compañía.

En cuanto a Colt, él parecía hacer su máximo esfuerzo por compensarla por haberla juzgado mal. La llevaba a comer con regularidad, a menudo elevando su moral al pedirle su consejo sobre algún problema que tuviera en la oficina… al menos eso pensaba ella, porque no creía que hubiera algún problema que esa brillante mente suya no pudiera resolver a solas. Luego, estaba la rosa roja que encontraba a veces sobre su máquina de escribir. Y muy ocasionalmente, la invitaba a cenar. Sin embargo, cuando la llevaba a su casa en esas ocasiones, era cortés en extremo, el ligero roce de sus labios sobre los de ella, o un simple beso fraternal en la mejilla, no hacían nada para apagar el deseo que crecía en ella cada día. Sólo hacer el amor con él, aceptó con desesperación, podría satisfacerla. Pero él ahora parecía renuente a compartir nada que no fuese una relación platónica con ella y, miserablemente, Raine se recordó que él sólo estaba siendo agradable con ella porque todavía se sentía mal acerca del modo en que la había tratado. Y por si fuera poco, comenzó a recibir llamadas telefónicas de Tim.

—Te llamé ayer —comenzó diciendo tan pronto como Sheila le pasó la llamada—, pero dijeron que habías salido a comer con él —su tono ofensivo dejaba en claro lo que pensaba de que comiera con su hermano—. Pensé que no había nada entre ustedes dos.

—No lo hay —exclamó Raine, deseando en silencio poder decirle lo contrario—. Y si lo hubiera, no sería asunto tuyo —supuso que, en su calidad de desempleado, era probable que Tim no tuviera nada mejor que hacer, aunque ella sabía que él había renunciado a su trabajo con la compañía asociada de su hermano; Colt en realidad no había tenido la suficiente sangre fría para despedirlo—. Colt quería que lo ayudara a escoger algunos libros para Sean —continuó recordando lo halagada que se sintió cuando se lo pidió—. Tu sobrino —enfatizó, después de enterarse por cosas que señaló Colt, que su hermano rara vez mostraba algún interés en el niño.

—Si es una indirecta —refunfuñó Tim en respuesta—, nunca le simpaticé al niño.

Si esperaba haber oído lo último de Tim, con consternación se dio cuenta de que él tenía otras ideas, cuando de pronto la invitó a salir.

Le costó mucho esfuerzo no decirle algo grosero, pero lo logró y con mucha cortesía, pero con firmeza, declaró que no le interesaba, si bien encontraba embarazosa la conversación porque Jack Hardwicke había entrado en su oficina y examinaba un expediente.



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