Juego De Espejos by Andrea Camilleri

Juego De Espejos by Andrea Camilleri

autor:Andrea Camilleri [Camilleri, Andrea]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Policiaca
editor: Salamandra
publicado: 2010-12-31T23:00:00+00:00


11

A Montalbano no lo sorprendió demasiado. Se habían separado en una situación demasiado confusa; él la había dejado plantada, y era evidente que antes o después ella le pediría una explicación.

—¿Has llamado tú hace un rato? —preguntó el comisario, en vista de que Liliana no seguía hablando.

—Sí, he oído tu coche y no he...

Se interrumpió de nuevo. ¿Iba a decir «resistido»? La entonación que le había dado a la frase sugería esa conclusión.

—¿Por qué has colgado?

—No lo sé.

Si hubiera estado en la comisaría, habría insistido: ¿y por qué me llamas ahora otra vez? Pero se quedó callado. Y Liliana también. Al cabo de un momento, ella dijo, y parecía incómoda:

—¿Me creerás si te digo que no recuerdo casi nada de lo que sucedió anoche?

Déjala hablar; no te arriesgues a abrir la boca, Montalbà.

—Bebí demasiado —prosiguió Liliana— y debí de hacer cosas... cómo diría... inapropiadas, para que escaparas de aquel modo. Tengo que darte las gracias.

—¿Por qué?

—Por no haberte... aprovechado.

Era muy hábil, no cabía duda. Le había dado la vuelta a la tortilla y le había pasado la patata caliente con desenvoltura y elegancia. Ahora le tocaba a él mover ficha, y debía estar atento a las palabras que pronunciaba.

—Me fui porque me necesitaban en comisaría.

—El deber ante todo, ¿eh?

¿Lo decía con ironía?

—En ese caso —prosiguió—, me siento más tranquila. No fue porque yo te incomodara.

Hubo otra pausa. El comisario quería que ahora fuese ella la que echara la primera carta.

—Me gustaría hablar contigo —añadió.

Tenía la clara intención de volver a empezar toda la historia desde el principio. Entonces el comisario decidió intervenir. Era una buena jugada, y un buen momento, para entender algo de las verdaderas relaciones de Liliana con su marido, un hombre que aparecía y desaparecía continuamente y del que, en definitiva, nadie sabía nada.

—Por cierto, ¿podrías decirme dónde se encuentra actualmente tu marido?

—¿Adriano?

—¿Tienes otro con un nombre distinto?

Ella estaba demasiado desconcertada por la pregunta para replicar al comentario socarrón.

—Pero ¿qué ha pasado? ¿Para qué quieres saberlo?

Parecía sinceramente preocupada; su tono era temeroso.

—Hemos recibido una denuncia contra él —improvisó Montalbano— por una pelea que se produjo hace unos días.

—¿Estás seguro de que se trata de Adriano?

—Precisamente por eso quisiera hablar con él.

Liliana vaciló antes de contestar.

—Verás, no sé dónde está en este momento, pero si quieres lo llamo y le digo que te telefonee a casa.

Era evidente que no quería darle el número de teléfono de su marido. Y ahí era a donde quería llegar Montalbano. ¿Por qué Adriano se protegía las espaldas de ese modo?

—No hay tanta prisa. Además, tú podrías ayudarme.

—¿Cómo?

—Te digo los datos que constan en la denuncia: Adriano Lombardo, hijo de Giovanni y de Nicoletta Valenza...

—¡No, no! —lo interrumpió Liliana—. El padre de Adriano se llamaba Stefano y murió hace seis años, y su madre se llama Maria Donati.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.