Job by Joseph Roth

Job by Joseph Roth

autor:Joseph Roth [Roth, Joseph]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1929-12-31T16:00:00+00:00


9

EN la decimocuarta noche de travesía relucieron las señales luminosas que salían de los buques-faros.

—Ahora aparecerá la estatua de la Libertad —dijo un judío que hacía el viaje por segunda vez—. Tiene una altura de ciento cincuenta y tres pies, está vacía por dentro y lleva alrededor de la cabeza una corona de rayos. Con la mano derecha sostiene una antorcha que permanece encendida de noche y nunca se consume, pues su alumbrado es eléctrico. Cosas así sólo se hacen en América.

Desembarcaron en la mañana del decimoquinto día. Deborah, Miriam y Mendel se estrecharon al máximo por miedo a perderse. Llegaron varios hombres uniformados que a Mendel le parecieron un poco peligrosos pese a que no llevaban sable. Algunos llevaban trajes blancos como la nieve y parecían mitad guardias, mitad ángeles. «Son los cosacos de América», pensó Mendel, y miró a su hija Miriam.

Los iban llamando por orden alfabético y cada uno se plantaba frente a su equipaje, que nadie se cuidaba de pinchar con un instrumento. «Tal vez —pensó Deborah— hubiésemos podido traer a Menuchim».

De repente vieron a Schemarjah delante de ellos. Los tres se asustaron de idéntica manera. Volvieron a ver simultáneamente su vieja casita, al Schemarjah de antes y al nuevo Schemarjah, alias Sam.

Vieron a Schemarjah y a Sam al mismo tiempo, como si un Sam transparente envolviera a Schemarjah.

Sin duda era Schemarjah, pero también era Sam.

Eran dos. Uno llevaba una gorra, traje negro y botas altas, y en sus mejillas aparecían las primeras sombras negras del vello. El otro llevaba una americana gris, una gorra muy blanca, pantalones amarillos, una camisa brillante de seda verde y tenía la cara lisa como una losa sepulcral.

El segundo era casi un Mac.

El primero habló con su voz antigua y familiar. Ellos sólo reconocieron la voz, mas no entendieron las palabras.

El segundo palmoteó fuertemente sobre los hombros de su padre, y ellos oyeron las palabras: «Halloh, old chap!», que no comprendieron.

El primero era Schemarjah; el segundo era Sam.

Sam abrazó primero al padre, después a la madre y luego a Miriam. Los tres notaron el olor de su jabón de afeitar, una extraña mezcla de muguete y ácido fénico. Les recordó un jardín y un hospital al mismo tiempo.

En su interior se repitieron varias veces que Sam era Schemarjah. Sólo después se alegraron.

—Todos los demás —dijo Sam— tendrán que entrar en cuarentena. Vosotros no. Mac lo ha arreglado todo. Tiene dos primos que trabajan aquí.

Media hora más tarde apareció Mac. Tenía el mismo aspecto que cuando pasó por el pueblo. Ancho y alto, gritaba en una lengua ininteligible y llevaba los bolsillos llenos de confituras, que repartió en seguida, empezando a comer él mismo, Su corbata, de un rojo muy vivo, ondeaba como una bandera sobre su pecho.

—Entrarán ustedes en cuarentena —dijo, pues había exagerado un poco su influencia. En realidad sus primos sólo eran empleados de Aduana—. Pero yo los acompañaré, no tengan miedo.

Y en efecto, no había por qué tener miedo. Mac iba diciendo a todos los empleados que Miriam era su prometida y Mendel y Deborah sus suegros.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.