Jennifer Morgue by Charles Stross

Jennifer Morgue by Charles Stross

autor:Charles Stross [Stross, Charles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: sf
ISBN: 9788494898624
editor: Insólita Editorial S.L., 2019
publicado: 2019-02-15T00:00:00+00:00


La fría aprensión que siente me golpea como un mazo. No es un miedo aleatorio a lo desconocido: sabe exactamente qué la asusta. Sigo su mirada hacia el suelo y veo una magnífica alfombra de Isfahán antigua. Tiene trenzados unos hilos de plata casi invisibles que forman un dibujo idéntico al que yo llevo en las guardas y McMurray en el pendiente. De un borde de la alfombra sale un cable que lleva a una caja de mandos que el cadáver ambulante sostiene entre las manos.

—¡Es una trampa, Bob! No dejes que…

El cadáver aprieta un botón de la caja y de repente dejo de captar a Ramona. Me tambaleo, desorientado. Es como si me hubieran inyectado anestesia local en todo el cuerpo. Parpadeo hasta que logro enfocar la vista. Johanna me sonríe con satisfacción, como un gato que acaba de atrapar al canario.

—¿Para quién trabajas? —pregunto, intentando recuperar el control.

—Para Ellis Billington. —Se le desvanece la sonrisa y la sustituye por una expresión de autoridad—. Dice que te lleve al Mabuse. Si quieres volver a verla, harás exactamente lo que digo.

—¿Qué? —pregunto. Me siento enfermo, y el latigazo del miedo de Ramona me ha devuelto la sobriedad—. ¡Pero si vine a verlo!

—Quizá. Pero has adquirido estatus de adversario según la lectura del geis de seguridad principal. Puede que sea una filtración de memoria en el código, pero mientras no termine esta fase de la operación te trataremos como la amenaza número uno. —Se acerca a mí, y antes de que me dé cuenta me mete la mano en la chaqueta y me quita la pistola que Ramona me ha obligado a llevar. Retrocede dos pasos y me descubro ante el cañón de mi propia pistola, sintiéndome estúpido.

—A dormir, señor Howard.

Voy a decir algo, pero la guarda que tiene atrapada a Ramona se desconecta y su presencia vuelve a inundarme. Tengo tiempo para sentir alivio un instante, tiempo para pensar «Volvemos a estar completos»; entonces, el cadáver ambulante le dispara con un táser, y mientras Ramona y yo nos retorcemos por los suelos, Johanna se acerca y me clava una jeringuilla en el cuello.



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