Inmortalidad y reencarnación by Alexandra David-neel

Inmortalidad y reencarnación by Alexandra David-neel

autor:Alexandra David-neel [David-neel, Alexandra]
Format: epub
Tags: prose_contemporary
editor: www.papyrefb2.net


“Un joven que estaba a mi servicio se fue a visitar a sus padres. Le concedí tres semanas de licencia, después de las cuales debía comprarme víveres y contratar a unos porteadores para transportar los fardos a través de la montaña.

El muchacho, que se divertía entre los suyos, prolongó su ausencia. Pasaron cerca de dos meses sin que apareciera. Yo creía que me había dejado definitivamente.

Una noche soñé con él. Lo vi vestido de una manera que no era la habitual y llevaba un sombrero de estilo europeo. Jamás había usado sombrero.

A la mañana siguiente, uno de mis criados se aproximó corriendo:

—Llega Wangdu —me dijo—, ¡lo reconocí al instante!

La coincidencia me pareció curiosa y salí para ver llegar al viajero.

El lugar donde me encontraba dominaba un valle. Vi muy claramente a Wangdu. Estaba solo y ascendía por el sendero zigzagueante, sobre la ladera de la montaña.

Hice la observación de que no traía maletas y el criado que se hallaba a mi lado respondió: «Wangdu se habrá adelantado a los porteadores».

Otros dos hombres también vieron a Wangdu trepando por la montaña.

Mi criado y yo continuamos mirándolo acercarse hasta que llegó cerca de un pequeño chörten, cuya base estaba compuesta por un cubo de mampostería de unos 80 centímetros de lado; incluida la parte superior hasta la punta de la aguja terminal todo el monumento no medía más de dos metros. Estaba construido, parte en piedra y parte en adobe, y era completamente liso, no ofreciendo ninguna cavidad.

El muchacho pasó por detrás del chörten y no volvió a aparecer.

En ese lugar no había árboles, ni casas, ni repliegues del terreno, únicamente ese chörten aislado. Al principio el criado y yo supusimos que Wangdu se había sentado a la sombra del pequeño monumento. Después, viendo que pasaba el tiempo sin que reanudara la marcha, exploré los alrededores con ayuda de mi larga vista. No vi a nadie.

Ordené a dos de mis ayudantes que fueran a buscar a Wangdu.

Los seguí con mis gemelos mientras caminaban hasta el monumento. No encontraron a nadie.

El mismo día, a eso de las cinco de la tarde, Wangdu apareció en el valle, a la cabeza de su pequeña caravana. Llevaba el traje y el sombrero que yo vi, primero en mi sueño, y después en la visión.

Sin decirles nada de la aparición, sin darles tiempo para conversar con mis criados, interrogué a los porteadores y al propio Wangdu. De ese interrogatorio salió a relucir que todos habían pasado la noche juntos en un lugar demasiado alejado para que alguno de ellos hubiera podido llegar a mi casa por la mañana y que, por otra parte, Wangdu no se había separado de los aldeanos durante todo el camino.

Durante las semanas siguientes, tuve oportunidad de verificar la exactitud de las informaciones que me dieron.

Se demostró que los porteadores habían dicho la verdad y realizado la última etapa sin que Wangdu se apartara de su lado.



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